La segunda exposición de Carruajes Antiguos, que se celebra hasta el 12 de este mes en el Oratorio San Felipe Neri, del Ministerio de Defensa, se presenta como un museo de carruajes de Córdoba, pero un museo particular, con unas características dinámicas.

No es como el Museo de Carruajes de Madrid -que tras varios años cerrados al público parece que a mediados del 2017 abrirá de nuevo sus puertas-; o como el prestigioso Museo dos Coches de Lisboa -considerado el mejor del mundo-; o el de Carruajes Imperiales de Viena; o el Royal Mews del Palacio de Buckingham, en Londres -que acoge la colección real de carrozas y carruajes-; u otros museos españoles, como el Museo de Carruajes de Vall d’Hebrón; el de Carrozas Fúnebres del Cementerio de Montjuic, estos dos últimos en la ciudad de Barcelona; el de la Fundación Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre de Jerez de la Frontera o el Museo de Carruajes, del Real Club de Enganches de Andalucía, en Sevilla.

El de Córdoba es un museo singular, en el que se exponen, con una periodicidad anual en el mes de febrero, una muestra de carruajes antiguos, con una programación que en esta ocasión se hace monográfica. Son coches de caballo pertenecientes a miembros del Club de Carruajes de Tradición de Córdoba, entidad organizadora de la exposición junto a la Subdelegación de Defensa en Córdoba.

En cada edición cambian los coches expuestos; lo que no varía es el lugar, el impresionante espacio blanco con su característico barroco en placas del Oratorio San Felipe Neri, que la Subdelegación de Defensa en Córdoba cede para la exposición, como muestra de la integración y colaboración de las Fuerzas Armadas con la sociedad, abriendo sus puertas a diferentes iniciativas culturales, solidarias o sociales.

La segunda Muestra de Carruajes Antiguos gira en torno, principalmente, a coches de caballo pequeños, de dos o cuatro ruedas, con una característica común para todos ellos: han sido fabricados en el momento en que el carruaje se encuentra en su apogeo en Europa y América, en el último cuarto del siglo XIX, y la gran mayoría en los dos países que lideraron la fabricación de estos vehículos tirados por caballos, Francia e Inglaterra, siendo restaurados estos coches en España, entre ellos en El de la Rubita, empresa sevillana que se encuentra entre las principales de Europa en restauración de carruajes antiguos, contando el jueves próximo con la presencia de su director, José Fernando Marín, en el templo oratoriano, para impartir una conferencia dentro de las actividades de esta segunda exposición.

En esta ocasión se vuelve a poner de manifiesto la importancia del carruaje en Córdoba a nivel nacional. Dice el profeta Isaías que los hijos de Judá e Israel serán castigados porque, entre otros motivos, «su tierra está llena de caballos y carros sin fin». Esa imagen de numerosos coches de caballos es la que varios visitantes extranjeros durante los siglos XVIII y XIX percibieron de Córdoba, la «ciudad de los carruajes». Con el tiempo el carruaje dejó de ser un objeto pecaminoso y motivo de castigo divino para sus dueños, pasando a gozar del privilegio de transportar el viático a un enfermo, en la carroza cedida por el último de los monarcas hispanos de la Casa de los Austrias, Carlos II. Posteriormente las carrozas ha llevado al Santísimo Sacramento en procesión en la festividad del Corpus Christi, como es el caso de Toledo, ganando el favor divino. Y en la actualidad, en el templo fundado por la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, se exhiben diez carruajes de diversa procedencia, tanto deportivos, como de campo y paseo. Entre ellos destaca un Sulky, coche muy ligero de dos grandes ruedas que posee un sencillo asiento y dos varas -prácticamente un esqueleto- fabricado con maderas resistentes, de origen inglés, muy apreciado en Italia en el siglo XIX, utilizado para carreras con un solo y potente caballo, que en África era tirado en las plantaciones por avestruces, mientras que en las extensas granjas australianas enganchaba emús. Otro de los carruajes que destacan en la exposición es el Faetón Húngaro procedente del Centro Militar de Cría Caballar de Écija, enganchado con una extraordinaria guarnición húngara sobre dos caballos modelados. Un charrette inglés, un Concord Wagon norteamericano, un coupé fabricado en Inglaterra, un Faetón Convertible y un Lady Faetón o Faetón de Jorge IV, ambos franceses, junto a un Tilbury Gig galo, una Victoria británica y un Milord que perteneció al conde de la Maza conforman una oferta museística que, por entregas, muestra la riqueza de carruajes de Córdoba y el porqué de su posición de liderazgo.

Este museo tiene sus apéndices o delegaciones, también en períodos concretos de tiempo, como son la Exhibición de Enganches de Tradición Nuestra Señora de la Salud, preámbulo de la Feria de Mayo, que reúne a coches antiguos en los jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos, lo que puede considerarse un museo andante, con carruajes procedentes de varios puntos de España, que acuden a Córdoba por ser, posiblemente, el principal centro del coche de caballo de España; o el concurso internacional de Atalaje de Tradición, en septiembre, otro escaparate enriquecedor y variado de enganches.

Córdoba en sí es un museo de carruajes importante, vivo y dinámico, con capacidad para poseer un museo perenne.