La luna está de moda. Esta semana hemos disfrutado de un bonito, aunque oscuro, eclipse total de luna (el último visible en España hasta el 16 de mayo de 2022) y otra sonda, esta vez de manufactura china y bautizada como Change-4, se posó en su cara oculta el 3 de enero.

En realidad, la luna ha estado de moda desde el principio de los tiempos. Con su encanto y misterio durante milenios ha guiado los quehaceres del ser humano, servido como inspiración a poetas y escritores románticos, utilizada como herramienta para medir el tiempo (es la base de muchos calendarios, incluyendo el judío y el musulmán aún en uso hoy día), además de influenciar en mil maneras nuestra vida cotidiana.

La hipótesis actualmente aceptada sostiene que la luna se creó hace 4.530 millones de años, en los orígenes del Sistema Solar, cuando un cuerpo del tamaño de Marte chocó con la proto-Tierra. Algunos autores han bautizado a este objeto como Tea, la madre de la diosa griega Selene, el nombre de la luna. El violento impacto liberó gran cantidad de material de la Tierra al espacio, quedando en órbita hasta que se fusionó para formar la luna. Esta hipótesis está respaldada por simulaciones computacionales en grandes ordenadores y por las pruebas observacionales de que la composición química de la Tierra y la luna es muy similar y de que la luna posee un núcleo pequeño que sería proveniente de Tea, no de la Tierra.

Y, en efecto, la luna es peculiar. Con un diámetro ecuatorial de 3.474 km, es el quinto satélite más grande del Sistema Solar, mientras que en cuanto al tamaño proporcional respecto a su planeta es el satélite más grande: un cuarto del diámetro de la Tierra y 1/81 de su masa (Caronte es más grande en relación al planeta enano Plutón). Sin embargo, la Tierra y la Luna siguen siendo consideradas un sistema planeta-satélite, en lugar de un sistema doble planetario, ya que su baricentro (su centro de masas), está ubicado unos 1.700 km bajo la superficie terrestre.

Siempre vemos la misma cara de la luna. Esto es así porque la gravedad de la Tierra ha «bloqueado» la rotación de la luna, de forma que ahora mismo necesita el mismo tiempo en rotar alrededor de su eje que en darle una vuelta a la Tierra (27,3 días, ojo que una lunación dura 29,5 días, es el tiempo en el que la Tierra, la Luna y el Sol vuelven a tener la misma configuración, se llama un mes sinódico). Esto sucede en muchos satélites, sobre todo de los planetas gigantes, que siempre muestran la misma cara sobre el planeta. No obstante, como la órbita de la luna es elíptica y no circular y tiene el eje de rotación ligeramente inclinado, existe un fenómeno que se llama de libración (de balanceo) con el que se puede ver no el 50% sino el 59% de la superficie de la luna. El 41% restante es inobservable desde nuestro planeta, por lo que siempre se ha postulado que sería un excelente lugar para telescopios y radiotelescopios que investigaran el universo profundo, dado que nunca estarían afectados por la luz o las señales de la Tierra. Por este motivo, la sonda china Change-4 se comunica con el control de misión usando un satélite (Queqiao) que puede ver a la vez ambos cuerpos.

La rotación de la Tierra

Al igual que la Tierra paró la rotación de la luna, la luna ahora está intentando «bloquear» la rotación de la Tierra. Esto lo consigue con las mareas, con lo que nuestro planeta cada vez rota más despacio: el día se alarga 2,3 milisegundos por siglo. Por las leyes físicas («la conservación del momento angular») esto también hace que la luna se separe de la Tierra a una velocidad de 3.8 cm al año, el ritmo al que nos crecen las uñas. Por este motivo la luna cada vez se irá viendo más pequeña en el cielo. Dentro de 560 millones de años estará tan lejos que ni en su momento más cercano podrá bloquear completamente el disco del Sol: dejarán entonces de producirse eclipses totales de Sol, aunque aún podrán disfrutarse de eclipses totales de luna.

El eclipse lunar de esta semana, uno de los más observados de la Historia, ha traído una sorpresa extra. No tiene nada que ver con todas esas boberías de «superluna de sangre de lobo» o similares que han vertido multitud de medios y que han corrido como la pólvora por las redes sociales (no se necesitan adjetivos extra para describir este fenómeno astronómico tan bien conocido y bello de por sí). Con el auge de la tecnología este eclipse lunar ha sido grabado por multitud de cámaras en tiempo real. Muchas de ellas han encontrado un par de destellos en momentos muy concretos durante la fase de la totalidad: son impactos de pequeños asteroides (más bien meteoroides, dado que su tamaño era pequeño) sobre la superficie de la luna. Desde hace años se han registrado algunos destellos de este tipo en la zona no iluminada de la luna, pero es la primera vez que se consigue (y por tanta gente) durante un eclipse. Precisamente uno de los líderes internacionales en el estudio de los impactos de meteoroides en la luna es el profesor de la Universidad de Huelva José María Madiedo, responsable de la red MIDAS (acrónimo en inglés de Detección y Sistema de Análisis de Impactos en la Luna). Según sus estimaciones, el objeto que impactó en la luna tenía el tamaño de un balón de fútbol y una masa de unos dos kilos.

Pruebas contundentes

Por cierto que la observación de un eclipse total de luna proporciona pruebas contundentes que demuestran que nuestro planeta es esférico. Sólo hay que conseguir una composición de la secuencia del eclipse, como la obtenida por el astrofotógrafo Fernando Cabrerizo desde Valladolid. La sombra de la Tierra sobre la Luna se observa curvada: es la proyección circular de una esfera a unos 380 mil kilómetros. Esta imagen también permite ver el famoso cúmulo abierto del Pesebre (M 44) en Cáncer, a su izquierda. También deja adivinar la tonalidad azulada en el borde de la sombra de la Tierra, originada por la capa de ozono de nuestra atmósfera. Son imágenes para seguir soñando con la Luna pero entendiendo un poco mejor el Cosmos del que somos parte.

(*) El autor, astrofísico cordobés en Australian Astronomical Optics, Macquarie University y miembro de la Agrupación Astronómica de Córdoba, escribe regularmente en el blog ‘El Lobo Rayado’ en la dirección de internet http://angelrls.blogalia.com