Hace más de medio año llegó a mis oídos que en un restaurante de Hinojosa del Duque llamado El Condesito estaban sucediendo fenómenos extraños. Sin pensármelo dos veces cogí mi coche y, acompañado por mi buen amigo José Alberto Chastang, me planté en el mesón para entrevistarme con su dueño, Enrique Fernández. Tanto él como algunos trabajadores no tuvieron reparos en confirmarnos los rumores: ruidos y sonido de pasos sin origen aparente, luces que se encienden y apagan solas, electrodomésticos que se ponen en marcha sin intervención humana, abridores que se encuentran en un lugar distinto al que los depositaron, y un sinfín de situaciones imposibles de explicar desde un punto de vista lógico.

Gracias a los hermanos Adrián y Santiago Aranda pudimos averiguar que el restaurante se encuentra sobre una casa solariega construida en 1793, en la que han residido personalidades tan notables como el brigadier Francisco Romero Palomeque -apodado ‘El Condesito’--, héroe de la Primera Guerra de Marruecos, o su hija la beata Teresa de Jesús Romero. Una de las etapas más oscuras de la historia del edificio tuvo lugar en los años cuarenta del siglo pasado, cuando fue utilizado como cárcel. Todavía hoy las celdas se identifican a la perfección, y en las puertas de madera aún se pueden apreciar algunos graffitis antiguos. Después de esto el inmueble fue convertido en mesón, función que ha mantenido hasta nuestros días.

Nunca podré olvidar la mágica sensación de caminar a media luz por un lugar tan cargado de historia, examinando con detenimiento las huellas que un pasado tan agitado dejaron en su suelo. Una de éstas, una marca con forma de cruz junto a un cuadrado, llamó poderosamente mi atención. Me dijeron que se trataba de un «tablero de tres en raya» que habían grabado los presos en la solería para matar el tiempo. Pero no lo creí. Consulté a nuestros anfitriones si existía algún calvario en el pueblo, y me señalaron dos. Con ayuda de una fotografía aérea tomada en 1936 pudimos identificar el supuesto «tablero de tres en raya» con una plaza que a día de hoy no existe, pero que cuando se grabaron esos signos se encontraba junto a uno de los dos calvarios. Y a partir de esas dos piezas pudimos resolver que el resto de marcas del suelo se correspondían con diferentes elementos representativos de la localidad (un convento, una montaña, un camino, etcétera), descubriendo que esos dibujos que llevan ahí más de medio siglo a la vista de todos en realidad están representando un gigantesco «mapa del tesoro» sobre Hinojosa del Duque. ¿Para encontrar el qué? Pronto lo sabremos.

(*) El autor es escritor y director de ‘Córdoba Misteriosa’. Puede seguir su trabajo en www.josemanuelmorales.net