Los observadores planetarios están de enhorabuena. El 10 de junio sucede la oposición de Júpiter (el planeta sale por el horizonte este justo cuando el Sol se pone sobre el horizonte oeste, esto es, el Sol, la Tierra y Júpiter están alineados) lo que también corresponde a la mínima distancia entre la Tierra y Júpiter en 2019. Por eso estas semanas son las mejores del año para conseguir buenas imágenes del Rey de los Planetas.

Gracias a la revolución de la tecnología que hemos vivido en la última década, los astrónomos aficionados pueden contar con un equipo relativamente modesto pero que es capaz de conseguir grandes imágenes. Se conjugan la mejor calidad óptica de los telescopios y las lentes que usamos (como las famosas lentes Barlow, de mediocre calidad en el pasado pero que ahora son excelentes), las monturas de los telescopios que contrarrestan la rotación terrestre y, por supuesto, la revolución en la fotografía digital, que permite incluso que conectemos la cámara del móvil al ocular del telescopio para obtener imágenes y vídeos de objetos brillantes. Obviamente, para obtener buenos resultados es mejor contar con un telescopio de gran calidad, una buena montura que incluya autoguiado y una buena cámara que se acopla directamente al telescopio. Además, hay que tener cierta experiencia y conocer muy bien cómo trabajar con los datos (el procesado de imágenes astronómicas es todo un arte).

Dado que Júpiter es un objeto brillante estas observaciones pueden realizarse desde la misma ciudad sin importar mucho el grave problema de la contaminación lumínica. Lo mismo ocurre con las observaciones de la Luna, el Sol, y los otros cuatro planetas brillantes (Mercurio, Venus, Marte y Saturno), aunque siempre es recomendable conseguir asesoramiento de expertos locales en observación astronómica con técnicas de astrónomo aficionado (en Córdoba lo mejor sería contactar con la Agrupación Astronómica de Córdoba). Por estos motivos la observación de la atmósfera de Júpiter (también la de Saturno, aunque en menos medida al estar más lejos y no ser tan activa) es un campo perfecto para la colaboración entre astrónomos aficionados y astrofísicos profesionales.

La ‘Gran Mancha Roja’

En los últimos años se han identificado rasgos cambiantes en la atmósfera joviana (algunos apenas han durado unos días) que han sido primero notificados por astrónomos aficionados. Sin ir más lejos, esta semana ha saltado de nuevo la alarma. El domingo 19 de mayo el astrónomo aficionado Anthony Wesley consiguió unas imágenes de Júpiter donde se observaba algo muy peculiar: el color y la estructura de la Gran Mancha Roja parecía estar cambiando.

La Gran Mancha Roja es la mayor tormenta del Sistema Solar. Es un gigantesco anticiclón que en la actualidad tiene un tamaño de unas 1.3 veces el de la Tierra. Algunos investigadores sugieren que ha existido casi desde la invención del telescopio. Con seguridad sabemos que se ha visto desde 1830, llegando a ser particularmente brillante alrededor de 1880. Los dibujos y datos que tenemos de entonces sugieren que la Gran Mancha Roja tenía un tamaño incluso superior a dos veces el de la Tierra. Y esto también lo sabemos con seguridad: las imágenes que astrofísicos profesionales (usando, por ejemplo, el Telescopio Espacial Hubble) y astrónomos aficionados han obtenido en este tiempo muestra sin duda que se está haciendo más pequeña. Tal es así que algunos investigadores sugieren que la Gran Mancha Roja podría desaparecer en el futuro cercano. Además está cambiando de forma. Hace unas décadas, en la época en la que Júpiter fue observado por la naves espaciales Voyager, era bastante elíptica. Pero cada vez es más redondeada. Si siguiese menguando al ritmo actual para 2040 sería perfectamente circular.

Tras el aviso de Anthony Wesley, numerosos astrónomos de todo el mundo apuntaron hacia Júpiter para observar lo que estaba pasando. En los últimos años se había visto la Gran Mancha Roja muy bien contrastada entre la banda ecuatorial sur (de color marrón) y la zona tropical sur (de color blanco), tal y como muestra esta imagen del astrónomo cordobés Paco Bellido de junio de 2017 (izquierda). Pero lo que estamos viendo ahora es un cambio de color de la zona tropical sur y unas estructura rojizas que están surgiendo siguiendo un patrón espiral de las partes externas de la Gran Mancha Roja, formando unas líneas rojas paralelas al ecuador que se extienden por buena parte del planeta (imágenes central de Anthony Wesley y derecha de Clyde Foster). Si se observa a Júpiter en filtros especiales, como en metano, donde la Gran Mancha Roja brilla de forma aún más intensa, se aprecia más claramente aún cómo el material sale de ella siguiendo una espiral en esas posiciones.

Fenómeno brillante

En realidad no es la primera vez que se observa un fenómeno así pero nunca había sido tan brillante y tan evidente como el que se está viendo ahora. Por eso la comunidad astronómica está solicitando observaciones continuas de Júpiter para las próximas semanas, con la idea de monitorizar la evolución de estos rasgos que surgen de la Gran Mancha Roja. La única pega para los observadores del hemisferio norte es que Júpiter se encuentra en la constelación austral de Sagitario por lo que no alcanzará elevaciones muy altas durante la noche. Que Júpiter esté alto en el cielo es necesario para obtener imágenes con mejor calidad, al observar Júpiter a través de menor cantidad de atmósfera terrestre.

No es la primera vez que Anthony Wesley descubre algo nuevo en Júpiter: ya lo hizo en 2009 y en 2010, en ambas ocasiones encontrando el impacto de un pequeño cuerpo (asteroide o cometa) sobre el planeta gigante. Como hemos señalado arriba, la observación de la dinámica atmósfera de Júpiter es uno de esos proyectos de investigación en los que, con medios modestos, se pueden realizar contribuciones significativas al entendimiento del Cosmos.

(*) El autor, astrofísico cordobés en Australian Astronomical Optics, Macquarie University y miembro de la Agrupación Astronómica de Córdoba, escribe regularmente en el blog ‘El Lobo Rayado’