A pesar de todo, sigo aquí». Lo escribí en el cuaderno el 7 de diciembre del 2010, junto a la fotografía de un hombre apoyado en la pared con la mirada extraviada y la boca cansada. Fue en Nechite, un pueblo granadino, ya de noche. «Estaba frente al volante; afuera, ella, que había vuelto a aparecer. Encendí el motor. Aferrarse a lo imposible es estéril, por mucho que ese futuro esté borroso». Así comencé aquel viaje a Las Alpujarras, donde prácticamente no hablé con nadie pero sí hice muchas fotografías, la mayoría de personajes extraños, aparentemente solitarios y desconectados.

Sin ruta trazada, me movía por aquellos lugares sin hacer mucho ruido, con la cámara discreta, empezando por Lanjarón, siguiendo a Bubión, Capileira, Tímar, Cádiar, Mecina, Yegen, hasta Laroles, donde di la vuelta. No puedo decir ni un solo nombre de las personas a las que fotografié, pero ese trayecto supuso una nueva forma de ver los viajes, una aproximación a lo desconocido, a lugares recónditos y a noches frías de hostal improvisadas. No se me había ocurrido volver a esos pueblos, hasta que me enteré de esta locura de marcha cicloturista: La Indomable, 197 kilómetros por Las Alpujarras.

Un hombre sentado en un banco en Lanjarón. JOSÉ JUAN LUQUE

Nunca había completado semejante distancia. Tardé 9 horas y 45 minutos en hacerla, durante la cual mandé 23 audios a mi amiga Maribel:

10.41 horas: ¡Hola! Bueno, impresionante la subida a Haza de Lino; llevo unos 50 kilómetros y estoy viendo todo el rato el mar al fondo, y Las Alpujarras van cayendo poco a poco, súper bonito. ¡A ver cómo seguimos!

11.15 horas: Bueno, pues ya hemos subido el primer puerto y es tremendo porque tiene casi 30 kilómetros y, tía, se me ha pasado volando. Y ya justo cuando acaba, pues hay un cruce y se separa la carrera corta de la larga, ya nos quedamos solo los de la larga, que son los 197 kilómetros, y ahora estamos llegando a Órgiva y es tremendo porque de repente ha desaparecido un montón de gente, ya todo el mundo callado, de uno en uno, y un silencio que es la hostia, solo se escucha el pedaleo y, nada, guapísimo, me encanta esta sensación.

11.54 horas: Pues ya he llegado a Órgiva. He parado un poquito a repostar agua, isotónico, he cogido un par de plátanos y me he tomado unas galletas. Ahora vienen 40 kilómetros de subida continua hasta Trevélez, que es el punto más alto. Ya no parece ni marcha ciclista ni nada, ya es cada uno por su cuenta.

12.50 horas: Brutal, tía, el paso por Pampaneira, o sea, las rampas son tremendas. Es curioso porque esto ya lo he hecho en coche y es que no tiene nada que ver, es como si no hubiera pasado por aquí.

12.58 horas: Acaba de decir un hombre que llevamos cien kilómetros. Realmente lo impresionante es mirar y decir, ¡hostias, es que vengo de allí!

13.35 horas: Llegó el primer momento crítico, al pasar Pórtugos, el calor ya empieza a apretar, debe ser mediodía o por ahí, y ya noto que me cuesta pedalear.

13.45 horas: He intentado tomarme un dátil, pero es que se me hace una bola en la boca. Yo sé que tú quieres que coma, pero es difícil.

14.08 horas: Uf, por fin Trevélez. Esta parada va a ser la vida.

14.21 horas: Tres bocadillos de jamón que han caído, dos trozos de sandía, una naranja, un poco de chuches, la gente está medio muerta, hay unos cuantos que se van a retirar, pero yo me estoy sintiendo de maravilla. Nada, 80 kilómetros y está acabado.

15.15 horas: Esta parte de Las Alpujarras es más desoladora y la gente no anima tanto porque supongo que es la hora de la siesta.

15.51 horas (música de fondo): Bueno, vaya sorpresa en Yegen. Espectacular. Unas mujeres que dan bocadillos de lomo, panceta, sandía, huevos, tortilla, súper majas haciéndonos fotos, o sea, esta parte está siendo alucinante, que se me caen las lágrimas.

16.40 horas: Qué bonito es este deporte.

16.37 horas: 170 kilómetros. Dice un muchacho que queda lo más pestuzo.

16.56 horas: Darrícal, fantasma total, dos abuelos pegados a la carretera con la solana... ahí, viendo pasar ciclistas. Que alguien diga que esta carretera es pestuza es para darle una bofetada. Qué majos los voluntarios de Lucainena.

17.04 horas: Yo creo que ya no voy a sufrir.

17.25 horas: Tengo que comprarme unas zapatillas de mi número.

17.41 horas: ¡Veo Berja! Buah.

17.44 horas: ¿Grito, canto, bailo? No sé lo que llevo.

Calle de Laroles. JOSÉ JUAN LUQUE