Mientras ruteo plácidamente en La Providencia del Corregidor con Antonio Varo Baena, Paco Lucena, Manolo Ortas, Herminio Trigo, Manuel Arenas Martos, Ricardo Rojas, Juan Miguel Moreno Calderón, José Mellado, Juan Prieto, Manuel de César, Matilde Cabello, Juana Castro y Pedro Tébar, nos informa Juan M. Niza en las páginas del CÓRDOBA del homenaje que el Ayuntamiento ha tributado a Antonio Zurita poniendo su nombre a un pasaje en Ciudad Jardín. Compromiso, amigos, admiración, respeto, honradez, coherencia, son hermosas palabras que ilustran la información. Se está hablando de alguien que tuvo cualidades humanas que no se adquieren. Las tienen sólo quienes han nacido con ellas y las llevan en la sangre. Además de Isabel Ambrosio, Antonio Carlos Zurita, José María Zapico, Emilio Aumente, Antonio Poyato, Fernando Rojas, Antonio Hurtado, en ese justo homenaje estuvo muy representada la Córdoba política, la social y la cultural. Conocí a Antonio Zurita de Julián cuando era subdirector del Instituto Nacional de Previsión. El funcionario era él, claro. Yo sólo fui un retornado del Sáhara Español que una vez cumplida la condena de tres años y un día de prisión militar en Canarias, adonde fue enviado por consejo de guerra celebrado en El Aaiún (obviamente el reo no tuvo nada que celebrar), volvió a su desconocida Córdoba de la pena y la alegría. Tras unos meses de labores agrícolas en el cortijo Los Mochos allá por Alcolea (escarda, abonado del trigo y el algodón, limpieza de las bestias que eran los mulos, y entre ellos ningún señorito a recordar), aquí el prenda consiguió colocarse en Chocolates Capuchinos, donde se hizo colega de Manuel López Toledano, el inclusero que en 1978, movido por cuestiones suyas y de otros, pegó fuego a la iglesia de La Merced, reduciendo el retablo mayor a cenizas. Total, que a los pocos meses el relator de todo esto fue despedido. Sin nadie a quien llamar, ni llorar, ni pedir información, encontró a una persona que le habló de los derechos laborales que le asistían (más o menos los mismos que tenemos los trabajadores españoles 50 años después). Y esa buena persona fue Antonio Zurita de Julián, todo un señor y socialista además. En las primeras elecciones municipales democráticas tras la Dictadura (1979), Antonio Zurita fue el candidato a la Alcaldía presentado por el PSOE, partido en el que el PSP de Tierno Galván ya se había integrado. Tras los resultados y el acuerdo de gobierno adoptado entre PCE y PSOE fue primer teniente de alcalde de la primera corporación democrática durante los primeros años de gobierno de Julio Anguita. Antonio Zurita fue un defensor de las libertades, de la democracia y la libre expresión. En su libro Republicano hasta el hueso (2014) relata la historia de su vida marcada por la muerte de su padre, sindicalista fusilado en 1936. Antonio Zurita falleció el 9 de febrero de 2015.