Hacia mitad del siglo XIX los marineros que se aventuraban en los mares del Sur debían tener buenos conocimientos de Astronomía para saber dónde se encontraban. En esos tiempos la navegación dependía muchísimo de saber calcular la latitud y la longitud del lugar, y para ello las estrellas, su movimiento y sus posiciones a una hora concreta sobre la bóveda celeste eran determinantes. Por supuesto, las estrellas más brillantes eran las más conocidas y las más usadas para la navegación.

En esa época se estuvo usando una estrella muy brillante de lo que hoy identificamos como la constelación austral de Carina (la Quilla del Argo Navis). El nombre que se le solía dar a esta estrella era Eta Argus o Eta Navis: por mucho tiempo el Argo Navis había existido como una gran constelación única, pero en el siglo XVIII el famoso astrónomo francés Nicolas-Louis de Lacaille había dividido la famosa embarcación celeste de los Argonautas en tres constelaciones más pequeñas: Puppis (la Popa), Vela (la Vela, con el mástil) y Carina (la Quilla). No obstante, estos nombres no empezaron a ser comunes hasta que en 1874 el astrónomo estadounidense Benjamin Apthorp Gould publicara su obra Uranometria Argentina donde se recogía la designación de todas las estrellas brillantes del Hemisferio Sur Celeste que más tarde sería confirmada por la Unión Astronómica Internacional. Desde entonces todos los astrónomos llaman a esta estrella Eta Carinae.

Entre el 11 y el 14 de marzo de 1843 Eta Carinae fue la segunda estrella más brillante del cielo nocturno. Había ido subiendo paulatinamente de brillo en los últimos años: a principios del siglo XIX había sido una estrella casi en el límite de la detección a simple vista pero ahora era ampliamente usada por los marineros australes por su alto brillo. Todo esto intrigó mucho a los astrónomos de la época: ya se conocían las estrellas variables, las novas y las supernovas, pero Eta Carinae no cuadraba con ninguna de ellas.

El misterio se intensificó cuando, el 15 de marzo de 1843, la estrella comenzó a disminuir su brillo. Para 1856 había dejado de ser visible a simple vista, pero aún se veía con telescopios. Para sorpresa de todos, en 1892 comenzó a aumentar de brillo otra vez, esta vez poco (el límite del ojo humano), para luego volver a ser un objeto débil… hasta 1940, cuando empezó poco a poco a volver a subir de brillo, alcanzando a ser ahora una estrella débil pero claramente distinguible en el cielo del Sur.

¿Qué particularidades tiene Eta Carinae? En efecto, en cuanto los astrofísicos pudieron analizar en detalle sus propiedades, ya a finales del siglo XX y con las técnicas actuales, se encontraron que Eta Carinae es en realidad un sistema de al menos dos estrellas, con una luminosidad conjunta de más de 5 millones de veces la del Sol, y con la estrella principal quizá teniendo una masa de hasta 250 veces la masa del Sol. Así, se trata de una de las estrellas más masivas que se conocen, un monstruo estelar de no más de un par de millones de años de edad que consume su gas a una velocidad vertiginosa.

A este tipo de estrella la clasificamos ahora como «variable azul luminosa», objetos de vida muy corta, pero cuya acción final puede influir mucho en la evolución de la zona de la galaxia donde se encuentre (en el caso de encontrarse en una galaxia enana, una estrella variable azul luminosa puede literalmente cambiar el curso de esa galaxia). Dentro de muy poco tiempo, en términos astronómicos, la estrella principal de Eta Carinae explotará no como una supernova, sino como una hipernova, las explosiones de estrellas más poderosas que se conocen. Afortunadamente, a una distancia de 7500 años luz de nosotros, podemos respirar tranquilos que estaremos a salvo de la explosión. Sistemas planetarios a unas pocas decenas de años luz no tendrán tanta suerte y quedarán literalmente destrozados cuando Eta Carinae muera.

¿Qué pasó en Eta Carinae a mitad del siglo XIX? Simplemente experimentó una explosión más de las que ha ido sufriendo durante toda su vida. El polvo que se condensó poco tiempo después de la explosión hizo que su brillo intrínseco decayera mucho, explicando los caprichosos cambios de brillo en Eta Carinae. Como resultado de aquella explosión la estrella adquirió una morfología muy peculiar: una nebulosa bipolar, creada por el material liberado por la explosión que se calienta al chocar con material existente previamente. Las imágenes del Telescopio Espacial Hubble han mostrado claramente esta curiosa nebulosa, con Eta Carinae en su interior. A esta nebulosa se le puso el nombre de ‘l Homúnculo’.

Dada la rápida variabilidad de la estrella es monitorizada continuamente por los astrónomos. El mismo Telescopio Espacial Hubble la ha observado de forma continua en los últimos 25 años. Nuevas observaciones obtenidas con este telescopio acaban de revelar que existe gas caliente alrededor de Eta Carinae en regiones donde antes no se veía. En efecto, los nuevos mapas de luz ultravioleta mostrando la emisión de magnesio excitado (codificado en color azul en la imagen) no coincide con la brillante emisión ya conocida (codificada en color rojo, producto de la emisión del nitrógeno). Los astrofísicos esperaban que la emisión del magnesio caliente y el nitrógeno coincidieran, pero las imágenes muestran claramente que esto no es así.

Lo que es incluso más curioso: la emisión en ultravioleta aparece también muestra unos largos rayos fuera de los lóbulos de la nebulosa. Estos rayos no son otra cosa que la luz de la estrella masiva que surge por agujeros en el polvo existente en la nebulosa. Igualmente, cuando la luz ultravioleta incide sobre un grumo de polvo proyecta una sombra (ausencia de luz azul). El efecto es similar al cuando vemos los rayos de luz de sol que atraviesan huecos en las nubes terrestres. Es la primera vez que se ha observado algo así en una nebulosa, por lo que los astrofísicos están ya pensando en observar con detalle otras nebulosas en busca de estas estructuras para poder conocer mejor la relación entre las estrellas masivas (que, como en el caso de Eta Carina) son las que encienden el gas) y el material difuso que las rodean.