EEn estas noches de otoño, una vez pasado el equinoccio de septiembre y con las noches siendo cada vez más largas, hay un objeto celeste que destaca sobre los demás. Se trata de la galaxia de Andrómeda, también clasificada como Messier 31 (M 31), todo un espectáculo con unos buenos prismáticos y con telescopios luminosos de gran campo bajo cielos oscuros. Con un diámetro mayor de casi 7 veces el tamaño de la luna llena, M 31 es el objeto más lejano que el ser humano puede ver a simple vista, si exceptuamos la difusa galaxia del Triángulo (M 33), que algunos observadores dedicados sí hemos vislumbrado en condiciones excelentes. La galaxia de Andrómeda está a 2.5 millones de años luz de nosotros: esto es, lo que aprecian nuestros ojos como una débil nubecilla entre las estrellas de la constelación de Andrómeda sucedió hace 2.5 millones de años. Esta preciosa imagen de gran campo de M31 obtenida desde el Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos por el astrónomo aficionado Fernando Peci López (Agrupación Astronómica de Córdoba) muestra la espectacularidad de esta galaxia.

Posiblemente M 31 fuera observada por muchos astrónomos, astrólogos y sacerdotes en el mundo antiguo, pero no es hasta el siglo X cuando es recogida por primera vez por un tratado astronómico. Lo hizo el astrónomo persa Abd Al-Rahman Al Sufi, conocido como Azophi en Occidente, en su Libro de las Estrellas Fijas (964), donde también recopilaba información de las Nubes de Magallanes.

En la actualidad sabemos mucho sobre nuestra galaxia vecina. Muy parecida a la Vía Láctea, pero más grande y masiva, la galaxia de Andrómeda tiene un disco espiral de unos 150 mil años luz de diámetro (investigaciones recientes sugieren que podría llegar a los 220 mil años luz) donde habitan aproximadamente un billón de estrellas. Posee mucho gas difuso dentro y fuera del disco, con multitud de cúmulos globulares y galaxias enanas a su alrededor (dos de ellas, M32 y M110, son fácilmente distinguibles incluso con telescopios pequeños). Como vemos M31 casi de canto (el disco espiral proyectado en el cielo) es difícil saber exactamente la distribución de regiones de formación espiral y el número de brazos, pero observaciones en infrarrojo usando el telescopio espacial Spitzer (NASA) sugieren que tiene 2 brazos espirales principales, no muy bien delimitados, y un anillo central.

La otra gran curiosidad de la galaxia de Andrómeda, y esto llama mucho la atención, es que se está acercando a la Vía Láctea. Si vivimos en un universo en expansión acelerada donde las galaxias se alejan cada vez más rápido unas de otras, ¿cómo puede ser esto? Simplemente porque los movimientos locales de galaxias vencen a la expansión cósmica. Junto con la galaxia del Triángulo, más de 50 galaxias enanas, la Vía Láctea y la galaxia de Andrómeda forman lo que los astrónomos llamamos ‘un grupo de galaxias’. En estos sistemas la gravedad de las galaxias atraídas entre sí supera a la expansión del espacio, que es lo que sucede en nuestro Grupo Local. Precisamente M31 y la Vía Láctea son las galaxias principales de este grupo de galaxias, por lo que ambas se atraen por su gravedad. Ahora mismo ambas se están acercando a la friolera velocidad de 504 mil kilómetros por hora (este número es la suma de las velocidades de ambas galaxias: la Vía Láctea también se acerca a M31). En unos 1500 millones de años los halos de las galaxias (las partes más externas, ricas en materia oscura pero con pocas estrellas) comenzarán a tocarse. La colisión sucederá en unos 6 mil millones de años, cuando ambas se fundan en un abrazo final para formar una única galaxia gigante: Galactómedra.

Pero mientras tanto ambas galaxias espirales siguen engullendo galaxias pequeñas. Un nuevo estudio científico publicado esta semana en la prestigiosa revista Nature liderado por los astrofísicos australianos Geraint Lewis (Universidad de Sídney) y Dougal Mackey (Universidad Nacional Australiana) ha revelado nuevos detalles del pasado destructor de M 31. Usando el cartografiado PAndAS (acrónimo de Pan-Andromeda Archaeological Survey) han encontrado que el halo de M 31 es mucho más rico que el de la Vía Láctea, con multitud de cúmulos globulares y restos de galaxias enanas. La sorpresa es que muchos de estos objetos relativamente jóvenes están alineados en un mismo plano, con restos de estrellas fuera de los objetos principales. El estudio revela no uno sino dos planos principales, indicando que tienen orígenes distintos. Algunas de las galaxias enanas fueron engullidas por M31 hace mucho tiempo, pero las estructuras difusas encontradas en este estudio coinciden con ellas, lo que aún no es fácil de explicar. ¿Que misterios envuelve aún M31, la galaxia asesina?.