Mi tío Félix hablaba poco, o al menos cuando no estaba a gusto con las personas que le rodeaban. Sin embargo, cuando hablaba sus palabras eran rotundas sentencias, y mi padre decía: «Dejadle, es un Séneca».

Pues, algo parecido debería pensar el gran poeta Jean Cocteau de su amigo Picasso cuando le escuchaba: «Eres un Séneca»… y en verdad tenía razón. Picasso hablaba poco, pero, cuando hablaba sentaba cátedra, de ahí que, afortunadamente, hayan sobrevivido muchas de sus frases o sentencias.

Por eso me complace reproducir algunas de sus más conocidas:

«En realidad, Dios es solo otro artista. Creó la jirafa, el elefante y el gato. No encuentra su estilo, simplemente sigue intentando otras cosas».

«Nunca sabes qué vas a hacer. Empiezas un cuadro y se convierte en algo totalmente distinto. Es curioso lo poco que cuenta la voluntad del artista».

«Me llevó cuatro años pintar como Rafael, pero me llevó toda una vida pintar como un niño».

«Todo el mundo quiere comprender la pintura. ¿Por qué no se intenta comprender el canto de los pájaros? ¿Por qué a uno le gusta una noche, una flor, todo lo que rodea al hombre, sin intentar comprenderlo? La pintura, en cambio, se quiere comprender».

«Yo veo por los otros. Es decir, pongo en la tela las visiones repentinas que me impulsan. No sé de antemano qué pondré en la tela, y aún menos puedo decidir qué colores usar. Mientras trabajo, no soy consciente de lo que estoy pintando en el lienzo. Cada vez que empiezo un cuadro, tengo la sensación de lanzarme al espacio. Y nunca sé si aterrizaré de pie. Sólo más tarde empiezo a evaluar el efecto de lo que he hecho».

«Yo no pinto lo que veo, pinto lo que siento».

«La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando».

«El arte no es la aplicación de un canon de belleza, sino lo que el instinto y el corazón ven más allá de cualquier canon. Cuando amamos a una mujer no empezamos a medir sus miembros».

«Yo hago lo imposible, porque lo posible lo hace cualquiera».

«Quien se preocupa del juicio de la posteridad no puede ser libre. La posteridad es una hipótesis. El artista no trabaja sobre hipótesis. Trabaja sobre el Aquí y sobre el Hoy».

«Un pintor es un hombre que pinta lo que vende. Un artista, en cambio, es un hombre que vende lo que pinta».

«Cuando era pequeño mi madre me decía: si te haces soldado, llegarás a general; si te haces cura, llegarás a Papa. Yo quería ser pintor y he llegado a Picasso».

«Cada segundo de vida es un momento nuevo y único en el universo, un momento que nunca se repetirá. ¿Y qué les enseñamos a nuestros hijos? Les enseñamos que dos y dos son cuatro, y que París es la capital de Francia. ¿Cuándo les vamos a enseñar también lo que son?»

«No basta con conocer las obras de un artista. También hay que saber cuándo las hacía, por qué, cómo, en qué circunstancias. Procuro dejar para la posteridad una documentación tan completa como sea posible. Por esto fecho todo lo que hago».

«Nada puede surgir sin soledad. Yo me he creado una soledad que nadie es capaz de imaginar. Hoy día es muy difícil aislarse, porque estamos rodeados de relojes ¿Han visto alguna vez a un santo con reloj? Yo no he podido encontrar ninguno, ni siquiera entre los santos patronos de los relojeros».

«El artista es como un receptáculo de sentimientos y sensaciones que vienen de todas partes, del cielo, de la tierra, de un pedazo de papel, de una figura transeúnte o de una telaraña. Por eso no podemos hacer ninguna diferencia de clases. Tenemos que escoger lo que es bueno para nuestro trabajo, pero el trabajo en sí, no lo podemos escoger porque ya nos viene dado».

«Pintar es la profesión de un hombre ciego. El pintor no pinta lo que ve, sino lo que siente, lo que se dice a si mismo sobre lo que ha visto».

«El mundo de hoy no tiene sentido. ¿Por qué tendría que pintar cuadros que lo tienen?»

«La primera mitad de la vida es aprender a ser un adulto, la segunda mitad es aprender a ser un niño».

«Todo es un milagro. Es un milagro que uno no se disuelva en el baño como un terrón de azúcar».

«Un hombre tiene la edad de la mujer de la que se ha enamorado… por eso yo siempre me enamoré de mujeres más jóvenes que yo». (Y así fue o así lo creyó él, porque cada vez se fue enamorando de mujeres más jóvenes: Fernande tenía la misma edad, a Eva le llevaba 4 años, a Olga 10, a María Teresa 28, a Dora 26, a Francoise 40, a Genevieve 45, a Jacqueline 46 y a Sylvette 53).

Pero, por encima de sus sentencias lo que más sobresale de su vida es la astucia con la que sabía cambiar sobre la marcha de pensamiento. Decir lo contrario de lo que se acaba de decir en menos de lo que canta un gallo. Claro que Unamuno decía más o menos lo mismo: «Dicen que yo me estoy contradiciendo siempre. ¿Qué quieren?... Que piense hoy igual que mañana o igual que ayer, sólo las piedras no cambian, solos los tontos piensan siempre igual».