El amor es posiblemente el generador creativo más poderoso que existe. Ha inspirado infinidad de pinturas, poesías, piezas musicales, obras literarias, y también leyendas. En los ciento treinta y seis artículos publicados hasta ahora en esta sección hemos rescatado un buen puñado de relatos cordobeses donde el romance jugaba un papel fundamental. Sin embargo, en esta ocasión daremos otra vuelta de tuerca al género para centrarnos en una variante muy singular: la leyenda castellana de la Encantada, o como decimos por aquí, ‘La Encantá’. Se trata de un conjunto de tradiciones mitológicas narradas en numerosos municipios de la mitad sur de España, y aunque existen innumerables variantes, poseen una serie de elementos comunes que veremos a continuación.

Córdoba es una de las zonas con más leyendas de este tipo en toda la península. En la capital tenemos la del Lago la Encantada, en la urbanización Las Jaras, mientras que en la provincia contamos con relatos similares en Almodóvar del Río, Almedinilla y Priego. La historia de la princesa Zaida es de sobra conocida, y cada año en torno al 28 de marzo da lugar a la celebración de un mercado medieval en Almodóvar. La de Almedinilla también se rememora anualmente durante sus fiestas patronales, en este caso coincidiendo con la noche de San Juan. Su historia se remonta a los tiempos de dominación islámica, cuando una joven musulmana que bajaba al río para lavar la ropa se enamoró allí de un cristiano. Iniciaron un bello romance que sólo pudieron mantener en secreto durante algunos días, ya que los hermanos de ella descubrieron el idilio y acabaron con la vida de él. Al contemplar el cadáver de su prometido la joven enloqueció y se refugió en una cueva cercana, donde pasó el resto de sus días. Desde entonces muchos almedinillenses aseguran que en la madrugada del 23 de junio se puede contemplar a orillas del Caicena la espectral figura de la joven, que año tras año espera reencontrarse con su amado.

Esa misma, la del 23 de junio, es también la noche en la que multitud de testigos aseguran que se habría aparecido el fantasma de una doncella que desenreda sus cabellos con un peine de oro en las inmediaciones de la Fuente del Rey de Priego de Córdoba. Corría el mes de julio de 1225 y el gobernador musulmán de Medina Bahiga -actual Priego- tenía una bellísima hija con hermosos ojos verdes y una larga melena negra. La joven estaba enamorada de un humilde campesino que trabajaba en las huertas de la Joya, y el romance llegó a oídos de su padre. El mandatario le prohibió volver a ver al mancebo, que gozaba de un estatus muy inferior al suyo, pero la princesa continuó su relación en secreto. El 22 de julio, cuando el rey tuvo conocimiento del desacato, ordenó que encerraran a su hija en la torre del homenaje de su castillo. Al día siguiente el líder islámico se despertó con una terrible sorpresa: cientos de caballeros con túnicas blancas y la cruz de Calatrava en el pecho comenzaban a levantar un campamento alrededor de su fortaleza. Por la tarde, Fernando III de Castilla mandaba sus embajadores a negociar la rendición. Ante la negativa del rey moro, el 24 de julio comenzó el asedio, que se prolongó durante cinco días. Tanto el gobernante musulmán como el resto de habitantes fueron pasados a cuchillo, y la cora fue saqueada sin quedar un sólo superviviente. Las tropas cristianas continuaron su camino hacia Loja, sin que nadie se percatara de la presencia de aquella hermosa cautiva en la atalaya del castillo. Así, la princesa mora quedó para siempre presa en la torre, y exhaló su último aliento antes de que alguien pudiera escuchar sus desesperados gritos de auxilio.

Desde entonces, no han sido pocos los que aseguran haber visto el espectro de una joven doncella en varias localizaciones de Priego. Varios han sentido su presencia en el castillo, algunos en la Fuente del Rey y otros a los pies de un álamo junto a la Fuente de la Salud. Todos coinciden en describirla como una muchacha bellísima, cubierta de ricas vestiduras arábigas, que se sienta en silencio al borde de la fuente y atusa su espléndida melena hasta el amanecer con un peine dorado. Según la leyenda, si un mozo se acerca ella siempre le formula la misma pregunta: «¿Qué es más bello de cuanto puedes ver, mi peine o yo?». Y dicen que si el zagal erra en su respuesta, su alma será condenada a pasar el resto de la eternidad en la torre del castillo, prisionera junto al fantasma de La Encantá.

De las tres tradiciones anteriores, un detalle llamativo en el que pocos reparan es la fecha en la que las distintas poblaciones cordobesas han decidido rememorarlas. Almodóvar justo después del equinoccio de primavera, mientras que Almedinilla y Priego lo hacen coincidiendo con el solsticio de verano. ¿Casualidad? Una vez más, resulta evidente que estas festividades aparentemente modernas disfrazan creencias y rituales mucho más primitivos, arraigados en el inconsciente colectivo desde la noche de los tiempos.

(*) El autor es escritor y director de ‘Rutas Misteriosas’. Puede seguir su trabajo en www.josemanuelmorales.net