El 83% de la población mundial vive bajo cielos contaminados por luces artificiales y una tercera parte no puede ver la Vía Láctea por la noche debido al brillo que proyectan. Así de contundente es el estudio liderado por el científico italiano Fabio Falchi, donde se presenta un nuevo atlas mundial de los cielos nocturnos y un análisis detallado de la contaminación lumínica por países, considerando tanto territorio como densidad de población. Para ello se usaron tanto datos de satélite de alta resolución (como los que proporciona el satélite Suomi National Polar-orbiting Partnership de la NASA) junto con medidas muy detalladas del brillo del cielo obtenidas desde la superficie terrestre que han servido para calibrar los datos. Entre estas medidas están las conseguidas en España por los astrofísicos Alejandro Sánchez de Miguel (Instituto de Astrofísica de Andalucía) y Jaime Zamorano (Universidad Complutense de Madrid).

No es ningún misterio que la mala iluminación de nuestras ciudades, donde gran parte de la luz escapa hacia arriba, ha conseguido barrer las estrellas de nuestros cielos. Ahora comprobamos que en Europa y en Estados Unidos el 99% de la población vive en lugares con alta contaminación lumínica. Esto supone un derroche económico brutal: sólo en EEUU, la factura de electricidad anual que se va directamente a iluminar las nubes es de 3.300 millones de dólares, lo que supone la emisión de gas de efecto invernadero equivalente a la quema de 21 millones de toneladas de CO2. Para España, Alejandro Sánchez de Miguel estimó en su tesis doctoral que el gasto anual en alumbrado público asciende a 950 millones de euros. Se ha estimado que entre el 30 y el 50% de este gasto se desperdicia en mala iluminación, por lo que al menos 300 millones de euros se pierden al año contaminando el firmamento. Alemania, con casi el doble de población, tiene un gasto en alumbrado público que es 3/4 partes el español. La contaminación lumínica, además, afecta gravemente tanto a nuestros propios biorritmos como confunde e incluso mata a la vida salvaje, incluyendo insectos, aves y tortugas marinas. Hay que dejar claro que estamos hablando de un tipo más de contaminación producida por la actividad humana, y que es importante que la ciudadanía se conciencie de su peligro más allá del hecho de que impida disfrutar del espectáculo del cielo nocturno.

España tiene el dudoso honor de ser el segundo país europeo después de Grecia con mayor porcentaje de población expuesta a extrema contaminación lumínica (42%), viviendo el 75% de la población española bajo valores altos o extremos. En el ránking dentro del G20 sólo nos ganan Arabia Saudí, Corea del Sur, Argentina y Canadá. A nivel internacional, España está en el puesto 18 de los países con mayor contaminación lumínica. Los habitantes de algunas de las grandes ciudades deberían viajar más de 1.000 kilómetros para poder contemplar la Vía Láctea en todo su esplendor. En la clasificación por área contaminada, Italia es el país más contaminado del G20, seguido de Corea del Sur, Alemania, Francia, Reino Unido y España. La imagen, obtenida por los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional, muestra grandes zonas oscuras en los Pirineos, el Sistema Ibérico, Sierra de Cazorla, Cordillera Cantábrica, Extremadura y Sierra Morena.

Precisamente los ayuntamientos de la comarca de los Pedroches están luchando para conseguir la designación de Reserva Starlight para la Sierra Norte de Córdoba. Respaldada por la Unesco, la Unión Astronómica Internacional y el Instituto de Astrofísica de Canarias, busca preservar la calidad del cielo nocturno y de sus valores asociados, sean culturales, científicos, astronómicos, paisajísticos o naturales. La certificación de Reserva Starlight posee zonas de exclusión donde se mantienen intactas las condiciones de iluminación natural y nitidez del cielo nocturno. Miembros de la Agrupación Astronómica de Córdoba, liderados por Manolo Barco, están realizando las medidas de la calidad del cielo por toda la zona. Esta iniciativa tiene el apoyo tanto de asociación para la defensa del patrimonio histórico Piedra y Cal como del centro de iniciativas empresariales y turísticas de Los Pedroches, además de los ayuntamientos y los centros educativos de la comarca.

El autor, cordobés, es astrofísico en el Australian Astronomical Observatory (en Sidney). Escribe regularmente en el blog ‘El Lobo Rayado’.