Coincidiendo con la terminación del curso escolar, se intensifica, porque ya se inició al final de la feria, el éxodo cordobés, hacia tierras -campo o playa- donde se promete menos calor. Antes de que a mediados del siglo pasado se popularizaran las casi obligatorias vacaciones de verano, Córdoba tenía como tradicionales espacios de veraneo las casas de Cerro Muriano, cuya altitud de más de 500 metros sobre el nivel del mar, asegura una diferencia de 4 ó 5 grados menos que en Córdoba, aparte de los benéficos aires puros filtrados por los abundantes pinares. Las piscinas hacen el resto, aunque cuando aquí dice a hacer calor ni el Muriano se salva.

Los desayunos en el campo, estando de vacaciones, son gozosos. Ese primer alimento que se toma por la mañana relajadamente, sin ajetreo y sin prisa por llegar a ninguna parte, se potencia con la visión del paisaje, el canto de los pajarillos y el posterior rato de lectura de la prensa y de las novelas que hemos elegido cuidadosamente o de las que durante el año hemos mal leído o dejado a medio leer. Los buenos desayunos son alegres, informales y no exigen demasiada puntualidad. Los mejores reclamos, precisamente, serán los aromas del café y el pan tostado. Un cestillo repleto de pequeñas y variadas piezas de pan que puedan ser consumidas individualmente o, si las piezas son grandes, presentadas convenientemente seccionadas, resulta de lo más apetitoso.

Cuesta poco trabajo cuidar los detalles. La mesa vestida con un mantel de cuadros o de flores, servirá para exponer, a modo de bufé, el frutero, la jarra con zumo de naranja, la de la leche, la cafetera, los cuencos de cereales, la bandeja de los cruasanes, la de las galletas, los botes de miel, mermelada de fresas, melocotones, higos, arándanos, cerezas, tomates, grosellas, ciruelas... La mantequilla, el aceite, el tomate rallado o en ruedas y el jamón no pueden faltar. Huevos duros picados o en ruedas, queso fresco, tortilla de patatas...Y si alguien se atreve con los huevos fritos, habrá que hacerlos en el momento. Seguramente estoy pensando en desayunos en familia, con niños y padres, con abuelos muchas veces hechos cargo de los niños durante las vacaciones, mientras los padres trabajan, con amigos incluso; pero si hay pocos comensales, todo puede adaptarse con las debidas proporciones. ¡Y a disfrutar!