El cielo se encuentra dividido en 88 regiones: las constelaciones. Estas divisiones son completamente arbitrarias: no tienen sentido físico real. Normalmente las constelaciones siguen «dibujos» de estrellas más o menos brillantes, que antaño inspiraron a gente de todas las culturas a poner sus mitos, leyendas, sueños e invenciones en el cielo. Algunas constelaciones son muy evidentes: Orión, el Escorpión, la Osa Mayor. Pero para la mayoría hay que usar mucho la imaginación. Y algunas como mucho poseen alguna estrella debilucha que ni siquiera se puede ver desde las ciudades.

Una de esas «constelaciones debiluchas» es Fornax, el Horno. Se trata de una región del cielo sólo visible desde el hemisferio sur de la Tierra. Fue «inventada» por el astrónomo francés Nicolás Louis de Lacaille en 1756, después de pasar una temporada observando el firmamento desde el Cabo de Buena Esperanza. Únicamente posee tres estrellas destacadas que solo se pueden ver a simple vista desde cielos oscuros. Fornax está rodeada por la hilera de estrellas que constituyen la constelación de Eridano (el Río).

Existe un motivo real por el que esta zona celeste es tan parca en estrellas. Estamos mirando lejos del plano de la Vía Láctea, por lo que la densidad de estrellas es muy baja. Por eso estas regiones del firmamento son las mejores para escudriñar el Cosmos profundo en busca de galaxias. La imagen muestra una toma profunda del centro de la constelación de Fornax. Ha sido obtenida con el telescopio de rastreo del VLT (VST) en el Observatorio Paranal (Chile) del Observatorio Europeo Austral (ESO). Las estrellas que vemos son débiles y no muy abundantes, por lo que lo que destaca en la imagen son las galaxias. Todas estas galaxias están unidas entre sí formando un cúmulo de galaxias: el cúmulo de Fornax, a unos 62 millones de años luz de nuestra Vía Láctea.

La galaxia más brillante del cúmulo de Fornax es NGC 1316: es la que destaca en el centro, en colores blancos, y mostrando una morfología muy irregular en sus partes externas. Se trata de una galaxia vieja y grande, y que ha experimentado muchas fusiones e interacciones con otras galaxias más pequeñas. Precisamente son estos fenómenos, clave a la hora de entender las vidas de las galaxias, los que han hecho que aparezcan todos esos «bucles de material» que se observan en las partes externas de NGC 1316, captados con exquisito detalle en esta nueva imagen. Al ser NGC 1316 una galaxia lenticular, los astrofísicos también saben que ha sufrido muchas más colisiones en el pasado. Es más, parte del gas moviéndose en NGC 1316 termina cayendo a su centro, donde se haya un agujero negro súper masivo. Se ha estimado que este agujero negro posee una masa aproximadamente similar a la que tendrían 150 millones de soles. Según este agujero negro va «tragando» material, emite unos chorros de partículas de muy alta energía, que a su vez genera unas intensas ondas de radio, fácilmente detectadas con radiotelescopios. No en vano NGC 1316 es el cuarto objeto más brillante en «colores de radio» de todo el cielo. Aún así, sus misterios están aún por revelar.