Posiblemente lo primero que marcó el hombre para señalar su propiedad fue al mismo hombre: la marca de la esclavitud, de la derrota, de la ignominia. Posteriormente el hombre marcó todas sus pertenencias y propiedades, como el ganado, las maderas, piedras y utensilios. Incluso con el tiempo marcó el papel (marcas de agua); el territorio; puso el blasón en casas y palacios, y dejó la marca en la Luna.

Se marcan las prendas de vestir, los objetos, los coches, la cultura, el alma de las ciudades -la Marca Córdoba, por ejemplo-, los países -la Marca España-, los alimentos -incluidas las sopas-, las golosinas, las ideas...; se marcan las reses bravas, las mansas, las ovejas... y se marcan hasta los caballos.

El caballo es fuerza, belleza, elegancia, poder y libertad, entre otras cualidades, y estas virtudes fueron las que impulsaron al hombre a marcarlo. Lo marcó para significar que era un caballo que le pertenecía, y subrayó con el hierro que su dueño era noble -colocando, en la parte superior, la corona correspondiente al título nobiliario- o alguna de las identificaciones familiares, como iniciales o figuras como corazones o flores e incluso cruces, caso de que los caballos, en Andalucía, hubieran pertenecido a la Iglesia.

El herraje de potros -ponerle la marca- se acostumbra a hacerlo durante el mes de marzo, a finales de invierno -en algunos casos se comienza en enero-, simultáneamente con el pelaje de yeguas y potros, por razones higiénicas, con el hierro calentado en una candela y tijeras, como se realizaba tradicionalmente, o con nitrógeno líquido y maquinillas, en la actualidad. Estas operaciones tradicionales se siguen efectuando en una de las ganaderías de caballos más prestigiosas de Córdoba, la de Caballos del Capricho, propiedad de los hermanos Centeno Guerra y dirigida por Augusto Centeno. Son ejemplares angloárabes que gozan en su historial, entre otros triunfos destacados, con la doble victoria obtenida en el duro raid Madrid-Lisboa -que se ha celebrado en solo dos ocasiones- por Alegre, montado por José Guerrero García del Busto, y La Cordobesa, por Augusto Centeno, además del triunfo de Africano y Dea, en el Campeonato de Raid de Portugal. Esta ganadería es la que más triunfos ha obtenido en raid en España.

La yeguada Caballos del Capricho se encuentra en Alcolea, en las estribaciones de Sierra Morena. En este bello paraje, cercano a Córdoba, una fría mañana de invierno se reúnen los propietarios, veterinarios, jinetes, ganaderos y aficionados para herrar y pelar a los animales. La intención es marcear las yeguas, con las tijeras, rapándoles la crin completa, con intenciones higiénicas, evitando parásitos y que se enreden en la dehesa; a la vez se escobillan las colas (rasurar y pelar las colas hasta la mitad del marlo), con la misma finalidad, pues marzo suelen parir las yeguas. Así mismo estas operaciones facilitan que se aprecien mejor los cuellos y las grupas de estos animales, lo que engrandece la belleza de los caballos.

Con los potros se realizan dos operaciones. La primera, pelar crines y cola, aunque en ellos la cola se pela completamente, denominándose a esta operación atuzar, con la finalidad de que crezca nuevamente más fuerte. En segundo lugar se realiza el herraje de los animales con un hierro candente que contiene la marca de la ganadería. El hierro se coloca en el anca de los potros y potras apenas unos segundos, en la mangá, dejando a los animales libres tras salir de este callejón. A los machos, en el anca izquierda, pues por este lado se monta, viéndose la marca del propietario; a las yeguas, en la derecha, pues en las labores de trilla las hembras van girando en la era en el sentido contrario a las agujas del reloj, monstrando el hierro de la ganadería a la que pertenecen. El invierno prepara a los potros y yeguas para la primavera en la finca El Capricho como hace más de 75 años se hacía: a hierro y tijeras.