Luego de casi un mes de paro nacional en Colombia, aún no se ven resultados claros por parte del gobierno. El país está divido en dos por quienes apoyan y quienes no, o dicho de otra manera, por quienes exigen derechos y por quienes están conformes con los que tienen.

Por muchos años, Colombia ha estado sumergida en la desigualdad, favoreciendo a unos más que otros y categorizando al país en ricos y pobres. El país en cuanto a desarrollo social y político ha crecido lentamente. Han existido gobiernos en los que se ha visto mejoría, pero sin embargo no ha sido suficiente para darle una estabilidad social al país.

El 7 de agosto del 2018, fue investido Iván Duque como presidente de Colombia, tras ser el candidato en las urnas del partido Centro Democrático, y a él le ha tocado ahora cargar el peso de los fallos arrastrados de administraciones anteriores. Poco más de año después de su investidura, el pueblo colombiano ya quiere ver resultados.

Dentro de los puntos más importantes que exigen los colombianos al gobierno están: una verdadera implementación de acuerdos de paz, reducir los salarios significativos de congresistas, acabar con la corrupción, administrar mejor el dinero público, y que la educación y salud sea un derecho garantizado y no un privilegio de algunos. Exigen un sistema pensional digno, proteger a especies en vía de extinción y que se prohíba la caza de tiburones, proteger el ecosistema prohibiendo explotaciones minerales que lo pongan en riesgo como el fracking (técnica para extraer petróleo del suelo).

El jefe de estado se ha pronunciado en ocasiones y ha dejado ver su posición frente a los puntos que se exigen. Se ha visto muy receptivo con muchos y con otros ha dejado saber que son poco probables de desarrollar. El 9 de diciembre, en la cumbre de Diálogo Social de Cartagena, Duque habló de la conversación nacional. «Estoy atento a escuchar las voces, las exigencias de muchos colombianos, pero, sobre todo, las propuestas de construcción colectiva. Si por un momento nos desprendemos de odios, de rencillas; si nos desprendemos de prejuicios y de pretextos, seremos más como país. La coyuntura nos puede llevar a nosotros a pensar con mayor intensidad y agudeza, es cierto. Pero lo que esta tiene que ser es la oportunidad para que nos quitemos, todos, las prevenciones». Lo cierto es que después de tantos años de desigualdad en el país es un número significativo de protestantes quienes hoy salen a las calles a pedir que se hagan valer sus derechos, y le ha tocado al gobierno de turno responder por ello.