A la Feria hay que ir en autobús o en taxi, sin prisa y con zapatos cerrados. Desentendidos de coches y aparcamientos, visitar casetas pausadamente, sin que la arena penetre por los agujeros de unas sandalias, puede ser una experiencia amable y relajada, si el sol y el calor no nos azota inmisericordemente.

Al ferial hay que llegar bien desayunado -pan con aceite, tomate y jamón, por ejemplo- porque es a partir de las dos y media o las tres de la tarde cuando la cosa empieza a animarse; y porque los desplazamientos entre casetas o por la calle del Infierno hacen andar bastante; lo mismo que los espectáculos de doma y enganches, obligan a permanecer en pie.

Uno de los mayores atractivos de la feria es compartir con los amigos comida y bebida. Antes de llegar a la puerta es difícil sustraerse a cualquiera de las numerosas ofertas que nos salen al encuentro y casi cortan el paso con luces, centelleos, colores, olores y celofanes. Azúcar por todas partes: fresco, en los esponjosos algodones; el tostado de las almendras garrapiñadas; la roja envoltura de caramelo de las manzanas asadas; el aromático de los turrones y frutas escarchadas... Nos asalta también el apetitoso olor de los pollos asados, y la vista se recrea en las tupidas filas de jamones, que casi impiden el acceso al mostrador.

Las tapas, en este escenario, tienen su propio código. Si estamos de pie, lo adecuado es que puedan tomarse utilizando solamente una mano, porque con la otra, habremos de sostener la bebida. Si estamos sentados y con una mesa delante, podremos soltar la copa y utilizar las dos manos para comer.

Las mujeres lo tenemos especialmente difícil con los trajes de gitana: los volantes de la falda parecen diseñados para recoger lo que caiga desde arriba; los de las mangas, si son largas, para arrastrar lo que haya sobre los mostradores y las mesas, y los flecos de los mantoncillos se sienten fatalmente atraídos por las salsas.

En las cocinas de las casetas hay de todo. Desde cocidos, potajes y guisos, hasta revueltos, arroces y cazuelas; croquetas, huevos fritos con patatas y pimientos, soldaditos de Pavía, costillas, flamenquines, pinchitos, montaditos, carne con tomate, salmorejo, tortilla de patatas, gazpacho, pescaíto frito. Para no equivocarse, están el jamón, la caña de lomo, el queso y las gambas.

Por último, moderación: a ver si salimos de la Feria de Nuestra Señora de la Salud con la misma con la que entramos.