Los que viven solos lo saben. No apetece nada. Cocinar para una sola persona es difícil; y sin embargo, cada vez hay más personas que viven solas o que, por cualquier motivo, tienen que preparar únicamente una ración de comida. A los que están acostumbrados a guisar para una familia -hombres o mujeres, que poco a poco la cosa se va equilibrando- cuando empiezan a trabajar con porciones pequeñas, les parece estar jugando a las casitas o al chalecito de Barbie, muñequita que, como todo el mundo sabe, tiene proporciones imposibles y además, ni guisa ni come. Guisar para uno cuesta verdadero esfuerzo, pero nos gusta comer bien, aunque no nos guste guisar para nosotros mismos.

En soledad, nos bastaría un bocadillo sobre la encimera de la cocina, pero no se puede comer así todos los días, ni prescindir de gestos como poner la mesa, alisar el mantel y situar el plato entre los límites de los cubiertos, el vaso, la servilleta y el pan.

Una solución para disfrutar en soledad de cocidos, potajes y estofados es guisar varias raciones de una vez y congelarlas por separado, con el consiguiente ahorro de tiempo, energía y dinero. En cambio, el frigorífico y el congelador sí deben ser grandes. Por el contrario, si los alimentos son crudos -ensalada, picadillo, gazpacho- o se van a tomar asados -horno, parrilla, brasa- la cuestión se complica. Lo más recomendable es el horno, que reduce los tiempos de cocción en la misma medida que se reduce el tamaño de la pieza.

Éstas son las cantidades orientativas para raciones individuales: 10g de pasta, si es para sopa; 75g, si es pasta gruesa para plato principal; 100g de arroz; 250g de patatas, ya peladas; 250g de pescado; 150g de carne; la cuarta parte de un pollo; 250g de fruta. Una sola persona, puede disfrutar de pinchitos variados; de huevos fritos con patatas o espárragos; de tortillas; de pescado frito; de pollo a la plancha o de un flamenquín.

Al fin y al cabo son platos que se hacen para muchos o para pocos. De embutidos, fiambres, jamones y quesos, no quiero hablar que, aparte de que no conviene abusar de ellos por su elevado contenido en grasas y su valor energético, nos inclinan al bocadillo, que es lo que aquí estamos tratando de evitar.

Mejor, si cocinamos de sobra, que invitemos a alguien, y ésta es una muy buena idea.