El 2017 es un año de grandes y gratos recuerdos para Rafael González Chiquilín, uno de los más elegantes toreros de final del siglo XX, ya que el próximo 27 de mayo se cumple el veinticinco aniversario de su alternativa. Su magistral mano izquierda y sus soberbios pases de pecho, sacándose el toro por el hombro derecho causaron furor desde sus principios creciendo enseguida la fe de la afición en él.

Por sus venas corre sangre del primer Califa del toreo, Rafael Molina Lagartijo, y del cuarto Califa, Manuel Rodriguez Manolete. Chiquilín es, además, nieto y sobrino de toreros.

Novillero de lujo, formó un tándem impresionante y apasionante con Finito de Córdoba, firmando ambos las actuaciones más completas que se hayan vivido en la plaza de Los Califas. Éxitos apoteósicos con llenazos hasta la bandera. Y la afición dividida entre los dos toreros.

Sin embargo, Rafael, después de su alternativa, se desmotivó inexplicablemente y decidió retirarse. Pero en la mente de los buenos aficionados ha quedado su exquisitez, su toreo puro y su verticalidad ante el toro.

Rafael se hizo torero por vocación y genes. Su primera becerra la toreó en un taller mecánico de la barriada de Cañero. La llevó Alfonso Castillero en una furgoneta y, junto a Palitos, se hartó de torear.

Allí comenzaron los sueños de un ilusionado chaval que culminó con la alternativa otorgada por Curro Romero con Julio Aparicio de testigo en 1992, lidiando un encierro de Jandilla.

Ante el público debutó Rafael en la parte seria del espectáculo de los enanitos toreros, y de luces en Adamuz toreando con Antonio Manuel de la Rosa y Pedro Carretero. Después vino la presentación y debut con caballos en Córdoba, una novillada de Ramón Sánchez en la que alternó con Enrique Ponce y Antonio Manuel Puntas.

Se inició entonces una meteórica carrera que le hizo lograr el prestigioso trofeo Maite, que premia al mejor novillero del ciclo de San Isidro en Madrid. Siendo el único novillero cordobés que lo ha conseguido en la historia.

Rafael tiene en su cuerpo cuatro cornadas. La más grave, la recibida en Albacete. No olvida tampoco la que recibió la tarde de su alternativa, en el toro del doctorado. Rafael aguantó toda la corrida y al terminar fue directamente al hospital.

Su retirada

La carrera de Chiquilín, que comenzó fulgurante, fue perdiendo intensidad y terminó diluida. Se lamenta de su mala suerte. En esto del toro tienes que tener los astros de cara y Chiquilín, que atesoraba un toreo como pocos, en las citas importantes no encontró su toro, y además topó con otra serie de circunstancias que de no ser adversas, le hubieran favorecido de cara a su futuro.

Le hubiera gustado conseguir el preciado trofeo municipal Manolete. Inexplicablemente, después de cortarle dos orejas a un toro de Murteira Grave, le concedieron el trofeo a Rivera Ordóñez que había cortado una y una. Lo de Córdoba es...

Rafael, que sigue siendo admirado por todos cuantos le conocen, ha encontrado en su vida privada la mas absoluta felicidad. Convertido en un empresario de éxito, esta saboreando la parte positiva de la vida.

Rafael dejó los ruedos pero nunca dejará de ser torero. Se nace torero y se muere torero. Actualmente es director artístico de la Escuela Taurina de Córdoba, una forma de seguir vinculado a la fiesta que tanto amó, y acompañando a los chavales a tentaderos y aconsejándoles, sigue dejando constancia de su toreo único, eterno.

Su peña, con más de veinticinco años de fidelidad, tiene programados una serie de actos para conmemorar tan feliz efemérides. Actos que comenzarán con una amplia exposición de fotografías en la heladería cafetería Ladis que estará visitable hasta el próximo mes de mayo.