Meses atrás visité el Museo del Cobre en Cerro Muriano, instalado en el antiguo cuartel de la Guardia Civil, uno de los edificios más emblemáticos y significativos de la localidad. Su construcción data de comienzos del siglo XX y ha sido adaptado para fines culturales e históricos desde 2002; como consecuencia de una resolución de la Dirección General de Instituciones del Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, fue registrado entre los Museos de Andalucía. Tuvo que esperar dos años más para que, definitivamente, quedara inscrito el 15 de marzo de 2004 en el registro como Museo del Cobre. Este centro está ubicado en una zona correspondiente a la localidad de Obejo. Todos conocemos que este enclave urbanístico de nuestra sierra lo comparten dos términos municipales. Nos recibió su director, Fernando Penco Valenzuela, con el que mantengo durante años una relación cordial, debido a una serie de investigaciones que nos unen; durante el recorrido, nos fue desgranando los trabajos realizados en el conjunto arqueológico, así como un análisis exhaustivo de los principales elementos que se exponen en el recinto. Pienso que para tratar el tema arqueológico y la historia minera de Cerro Muriano Fernando es la persona, sin duda, más capacitada, ya que ha dirigido las excavaciones y prospecciones en estos terrenos desde 1999 y es autor del libro Cerro Muriano. Sitio Histórico. En el 2007, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía le encargó un estudio con documentación técnica para incluir el yacimiento en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, proceso que comenzó en 2009.

Historia de La reserva

El museo, actualmente integrado como hemos comentado con anterioridad en la Red de Museos de la Junta de Andalucía, encierra parte de la historia de una de las reservas mineras más importantes de nuestra provincia. Consta de tres salas bien definidas. En la sala I, dedicada a la geología y a la metalurgia, se toman como hilo conductor 4.500 años de historia, desde las herramientas de la prehistoria hasta algunos instrumentos y fotos de la que fuera la industria más importante de esta provincia durante el siglo pasado: La Electromecánicas. En la sala II, observamos los objetos manufacturados más antiguos del recinto, materiales del Neolítico hasta la época ibérica; se destaca un conjunto de armas, seguramente de un celtíbero, que las enterró en señal de poder. La sala III está dedicada a los romanos y se exhiben en ella los materiales que se hallaron en el cerro de La Coja. Debo destacar el interesante mosaico que representa un delfín o el denominado Horno de los Pinares, descubierto en 2002. Según las investigaciones llevadas a cabo, data de la época republicana romana y se utilizaba para la fabricación de ladrillos.

El cobre y el oro son los únicos metales que no son blancos o grises. Conviene señalar la importancia que ambos han tenido en la economía cordobesa. Es importante tener en cuenta que el cobre ha estado ligado a través del tiempo a nuestra provincia, y que abrió las puertas de nuestra historia más reciente, primero en la minería y más tarde en la industria. El ingeniero Antonio Carbonell en un estudio realizado en 1926 llegó a catalogar hasta 133 yacimientos de cobre en nuestra provincia, además de 15 escoriales, siendo el cobre el metal que más proyección tuvo en la antigüedad.

El presente

A fecha de hoy, son varias las empresas de nuestro entorno que se dedican a transformar el metal rojizo. Existen muestras en el Museo Arqueológico de Córdoba, así como en museos de varios pueblos de la provincia, entre ellos el Museo del Cobre, que ponen en evidencia que los moradores de estas tierras trabajaban este mineral y que sus metalúrgicos conocían con destreza el oficio. Las gentes que nos precedieron en la elaboración de utensilios metálicos dejaron huella de una civilización que ya no era tan agrícola, tuvieron que explotar las minas para obtener el mineral, triturarlo y fundirlo, con objeto de poder fabricar armas y objetos domésticos. Al parecer, existieron varias minas en el norte de la provincia que fueron explotadas por los íberos y más tarde por los romanos; sin embargo, debemos considerar el complejo minero de Cerro Muriano como el más importante dentro del mapa topográfico de nuestra sierra cordobesa.

Los orígenes

Según el estudio de Fernando Penco, está demostrado que la actividad metalúrgica data de la prehistoria y que tuvo un gran desarrollo; en tiempo de los romanos, ya era un próspero distrito minero que contaba con vías secundarias de comunicación con la ciudad de Corduba. Pero fue en el siglo XIX cuando las minas consiguieron el mayor esplendor dentro de nuestra historia minera contemporánea. No solo se extraía el metal, sino que se exportaban las escorias y a partir del mineral abandonado se obtenía ácido sulfúrico. Mientras Córdoba perdía el tren de la industrialización, los británicos irrumpían en Cerro Muriano con su tecnología con la finalidad de excavar y explotar las minas del metal noble. La sociedad Córdoba Copper Company Limited, además de la actividad minera, instaló una fundición que completaba el proceso cuprífero. Una serie de circunstancias apresuraron el cierre del complejo el 7 de junio de 1917 y truncaron las expectativas de continuidad. La subida del precio del cobre en la Bolsa de Londres, el estallido de la Primera Guerra Mundial o el problema del agua, como comenta Fernando Penco en su trabajo, están entre las causas probables que precipitaron el abandono de la productividad en la zona. Además del formidable estudio de Fernando sobre el conjunto, también me gustaría destacar la tesis del doctor cordobés, Juan Manuel Cano Sanchiz, hoy profesor de la universidad de Pekín, sobre arqueología industrial, relacionada con las antiguas instalaciones de la fundición.

Puede que el cerro de La Coja sea el lugar más emblemático dentro de este conjunto arqueológico, además de ser la cota más alta de esta localidad (538 metros sobre el nivel del mar). Según explican algunos vecinos, su denominación se debe a la señora Filomena Díaz Rubio, que habitó estas tierras en la posguerra española y que perdió una pierna a consecuencia de un obús. Pero aparte de anécdotas, fue en esta elevación de terreno donde se centraron la mayoría de las excavaciones en los años 1999 a 2002. Sus alrededores albergan un rico patrimonio cultural e histórico, donde se ubicaban edificaciones e instalaciones; en la actualidad, perduran gracias a las acciones llevadas a cabo durante años por grupos de investigadores y defensores del patrimonio histórico, que han logrado que prevalezcan ante el posible avance de urbanizaciones que pudieran poner en peligro este valor patrimonial.

En la zona se conservan dos fundiciones de la época romana: una situada en el cerro de La Coja y otra en un lugar conocido como Siete Cuevas. De importancia fueron los pozos de San Rafael, Levante y Victoria, con profundidades que llegaron a alcanzar los 150 metros, lo que nos demuestra la eficacia de la infraestructura e ingeniería romanas. En el cerro existe un mirador desde donde se aprecia el verde paisaje de sierra Morena además de contemplar el cerro de Torreárboles y la Piedra Horadada, erigida como símbolo de la localidad. Se trata de una formación de cuarzo con restos de cobre, reconocible por la azuquita y la malaquita que tanto abundan por estos contornos. Me gustaría resaltar la antigua estación de ferrocarriles, que fue construida por los ingleses para utilizar la línea férrea como medio de transporte de su producción, aunque la línea ya funcionaba desde 1873. El edifico es una pequeña joya arquitectónica, inaugurada en 1905, que se debe conservar y que ha sido utilizada por los vecinos y asociaciones, como la de cazadores. Sin embargo, en la actualidad está en desuso. Penco se ha puesto en contacto con su propietario, la empresa estatal Adif, para poner en valor el inmueble y recuperarlo, en un intento de evitar su abandono como ocurre con la mayoría de las estaciones de esta emblemática línea de ferrocarril esparcidas por la Sierra. Estaciones que un día recibieran a las viejas locomotoras de vapor, pero que en la actualidad son fragmentos o montañas de cascotes, esparcidos junto a los carriles abandonados y roídos por el óxido; materiales que luchan por no ser enterrados entre hojarasca y jaramagos, sin contar los túneles tapiados por la zarza y la vegetación.

La zona de Cerro Muriano es uno de esos espacios que el viajero o turista debe conocer y que consigue sorprenderte cuando te adentras por sus caminos y veredas, por su originalidad y su paisaje peculiar. Consta de 21 áreas patrimoniales, distribuidas entre los términos municipales de Córdoba y Obejo, que incluyen yacimientos, minas, galerías, pozos, estructuras de fundiciones y tratamientos de cobre. En el año 2010, tras el esfuerzo de un grupo de investigadores, por fin la zona fue declarada bien de Interés cultural con categoría de Sitio Histórico. Con esta declaración se pretendió garantizar la defensa de la identidad cultural y patrimonial, así como la protección de unos yacimientos milenarios que son parte de nuestra historia.