El azahar, que así se llaman las flores de los cítricos, como naranjos, limoneros y cidros, tradicionalmente se ha relacionado con las bodas. Para los árabes, es símbolo de pureza e inocencia; de ahí procede la costumbre de que las novias lo lleven en su ramo cuando se casan, aunque en estos temas, además de la costumbre, interviene la moda. El aceite esencial del azahar se utiliza en cosmética y perfumería, y con fines medicinales: muchas personas recordarán aquellas botellitas azules que contenían agua de azahar, que nuestras abuelas, casi misteriosamente, guardaban en su armario y que sólo salían a la luz cuando alguien de la familia se desmayaba o sufría un fuerte disgusto o impresión.

El agua de azahar, que se obtiene de las flores, una vez maceradas y destiladas, se utiliza mucho en pastelería y confitería para aromatizar las pastas, las cremas y los almíbares. Sírvanos de ejemplo el Roscón de Reyes. También hay azúcar de azahar.