Aquí el amanuense pegando la hebra del mes pasado entre sus increíbles lectores y lectoras con algo que lo tiene sobrellevado, sobretraído o vaya usted a saber. Resulta que el Ateneo de Córdoba ha titulado en su sede, calle Ángel Ganivet, una sala dedicada a la música y al flamenco con el nombre Antonio Perea. Hace unos días la sala se inauguró con el ciclo Flamenco en el Ateneo, el cante divino de Mercedes Garrote y la guitarra señera del maestro Rafael Trenas. Algo envanecedor para el más pintao es ver su nombre en algún sitio, siempre que no sea una relación de pringaos, fartuscos o similar. Quiero mostrar mi gratitud al presidente Antonio Varo Baena y a los demás componentes de la junta directiva por ese homenajeador detalle.

Nuestra ciudad tuvo dos Ateneos antes del actual que, con sus 33 años recién cumplidos, supera en existencia a los anteriores. El primero fue creado en 1881 y, apenas, se sabe que estuvo presidido por el ilustre republicano Ángel de Torres, quien había participado en la fundación de la Universidad Libre (1870-1874), presidió la Junta Revolucionaria local en 1865 y fue alcalde de la ciudad en 1869. En 1931, con la declaración liberal de fomentar la cultura se inauguró el Ateneo de Córdoba, fijando su domicilio en la calle Duque de Hornachuelos. Asistieron al acto multitud de estudiantes, entre ellos un joven socialista llamado Matías Camacho, quien 60 años después sería socio del actual Ateneo de Córdoba, desde 1991 hasta su fallecimiento en 2005. La presidencia de aquel acto correspondió al entonces director de la Escuela de Artes y Oficios Mateo Inurria, Victoriano Chicote. Dijo el señor Chicote que desde hacía mucho tiempo se hablaba en Córdoba de construir un centro donde se rindiera culto a las ciencias, a las letras y a las artes y, afortunadamente, se había conseguido. Se congratuló de que el elemento joven aportara su valiosa ayuda en provecho de la cultura, finalidad del Ateneo. Finalmente intervino Antonio Jaén Morente evocando el pasado y dijo que hacía 50 años había tenido Córdoba otro Ateneo. Abogó por la cátedra libre y recordó el Ateneo madrileño fundado en 1820, para expresar la esperanza de que el de Córdoba fuera una imitación de aquella casa ilustre. Dijo que el Ateneo era “loor de España y basílica del pensamiento español”. Expresó su deseo de que el Ateneo de Córdoba fuera “cabeza espiritual de Andalucía” y ratificó su afirmación de que en el Ateneo cordobés serían respetadas todas las ideas y todas las tendencias. Con la designación de la junta directiva para el año 1931, se dio por terminado el acto. Personalidades cordobesas impulsoras de aquel segundo Ateneo fueron, entre otros, Eloy Vaquero y Rafael Castejón. La segunda etapa del Ateneo de Córdoba finalizó, como tantas cosas, en el año de desgracia de 1936. (Con permiso de los inevitables lectores seguiremos hablando del Ateneo el domingo que viene).