El viernes 24 de marzo se celebró la cata-concurso de aceites ibéricos Premios Mezquita, que organiza anualmente el Aula del Vino de Córdoba, y ya va por su cuarta edición. Podría decirse de ella que es una hermana menor -por más joven, no por menos importante- de los Premios Mezquita de vinos, que en el 2017 cumplirán los 23 años. Y tiene los mismos objetivos que éstos en torno al vino: la preservación, conservación, mejora y difusión del aceite de oliva, como pilar básico de la cultura mediterránea y alimento indispensable dentro de una dieta saludable y equilibrada. Porque sabemos que el conocimiento profundo nos lleva a potenciar lo que percibimos a través de los sentidos.

Ya ha pasado el tiempo de reivindicar el uso del aceite de oliva así, genéricamente. Ahora, como en el vino, nos interesan las denominaciones de origen, las cosechas, las técnicas de recolección, los extremosos cuidados para eliminar las impurezas que pudieran llevar, la selección, las variedades de aceitunas, los aromas de su zumo. Los aceites jóvenes y los maduros. Los sabores dulces y suaves o los picantes o amargos; esos que se agarran y hacen toser. Prácticamente hay un aceite para cada tipo de paladar y, por supuesto, para cada plato. En los Premios Mezquita, 25 catadores han buscado la excelencia entre 140 muestras de aceites, procedentes de España y Portugal. Y éstos son los que han obtenido el oro y la calificación de Gran Mezquita, algunos de ellos con nombres muy descriptivos, como podrán comprobar: Destello de Málaga, Primer día de cosecha, de Baltmon, Productos Gourmet S.L. de Alfarnatejo (Málaga); Óleo Áureo Pico Limón, de Herederos de AV de Pablo Herrero S.L. (Sevilla); Rincón de la Subbética, de Almazaras de Subbética, de Carcabuey (Córdoba); Extravagancia, de Grupo Triade 24k de Almedinilla (Córdoba); Alhema de Queiles y Abbae de Queiles, de Hacienda Queiles, S.L. de Tudela (Navarra); y Angélica Rosa, da Silva Unip. Lda. de Lisboa (Portugal).

Tengo un amigo que se llama José. Hace unos días nos encontramos y me reprochó que no lo felicitara debidamente el día de su santo, que fue justamente hace dos semanas. Es gran admirador, conocedor y consumidor de aceite; por eso aprovecho, aunque con bastante retraso, para felicitarlo aquí, a él, a todos los Josés y a los Franciscos de Paula, que se celebran hoy. Pronunciemos un brindis por la salud universal, esta vez con aceite.