¿Quién en su juventud no ha saboreado una copa de Peseta con unos amigos sobre un mármol blanco? La Sociedad de Plateros ocupa un capítulo destacado en la historia de nuestra ciudad y son pocos los cordobeses que no hayan participado en tertulias en algunas de sus tradicionales tabernas. Hace unos días tuve la satisfacción de poder tomar unos vinos en la cafetería Pepe Vela, acompañado de un exmiembro de la directiva de esta prestigiosa sociedad. Pablo Ramírez me comentó, como curiosidad, que cobra aún 45 euros mensuales, una aportación que los plateros han mantenido desde la fundación de su asociación a todos sus componentes jubilados. Tendríamos que recordar que el fin principal con que esta asociación se creó era la ayuda a los plateros más desfavorecidos. Córdoba, nuestra ciudad milenaria, ha sido siempre tierra de plateros y vino, de ahí esta unión tan peculiar que se plasmó el 17 de octubre de 1868, con el nombramiento como presidente de Mariano González. Se denominó Sociedad de Socorros Mutuos de Orífices y Plateros de Córdoba, y, según tengo entendido, está considerada como la sociedad más antigua de previsión que existe en España.

En unos años tan convulsos de la historia de nuestro país, con la destitución de Isabel II tras la batalla de Alcolea y la revolución de 1868, con una crisis política y económica bastante relevante, es sorprendente que los plateros de Córdoba constituyeran una sociedad con el espíritu de socorrer a los compañeros de la profesión con deficiencias laborales o enfermedad. La cantidad que se destinaría a tal fin sería de seis reales diarios, siempre bajo justificación médica que lo acreditase. El nuevo régimen liberal que gobernó en España tras la destitución de la reina, legalizó las asociaciones laborales, hasta entonces no permitidas, y los plateros cordobeses decidieron constituirse en una Sociedad de Socorros Mutuos. Una de las primeras medidas que se adoptaron fue la creación de una comisión para redactar el reglamento. Y en enero de 1870, se alquilaron como sede dos habitaciones en la casa nº 84 de la Carrera del Puente. Cuando los fondos de la sociedad comenzaron a adquirir algo de relevancia, se decidió invertirlos en artículos de primera necesidad, con el fin de venderlos y conseguir beneficios; de esta forma, se contaría con más liquidez para ayuda al socio necesitado. En abril de 1874, la sede se mudó a la calle Sillerías nº 5, hoy Romero Barros, y en el local se instaló un establecimiento de bebidas, negocio que a la postre sería el definitivo y que daría pie a una serie de tabernas, distribuidas por toda la ciudad. Desde la inauguración de la primera taberna, con la venta de bebidas, la sociedad ha sabido mantenerse económicamente. Es curioso que nunca los socios tomaran la decisión de invertir en joyería.

PARA FINES BENÉFICOS

También tendremos que tener en cuenta que la Sociedad de Plateros colaboró en fines benéficos en el siglo XIX; sin embargo, la comisión recordaba siempre que para tales menesteres fue importante la suscripción voluntaria de los socios, pues los fondos de los que disponía la asociación se consideraban insuficientes y estaban destinados al socorro de los asociados. De todas formas, colaboró con los damnificados por la guerra civil en 1878, con los soldados enfermos de Cuba y Filipinas y con los afectados del terremoto de Málaga y Granada en 1885. Donó, asimismo, una corona de filigrana de oro y plata como primer premio en el Certamen Artístico y Literario en honor de Don Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, y organizó una serie de actos culturales en colaboración con el Ateneo Artístico y Literario. Además participó en la recepción de honor que se le dio al dramaturgo Don José Zorilla en 1889. La Sociedad de Plateros en el siglo XIX no fue simplemente una mutualidad de socorro, sino que contribuyó activamente en el mundillo cultural de la ciudad; de ahí que contara con una biblioteca y estuviera suscrita a los periódicos locales y a algunos de la capital. Aquel año eran 386 profesionales los inscritos en la sociedad desde su fundación.

Transcurridos unos años, la sociedad fue consciente de que su principal comercio era el vino. En 1960 presentó, tras una expansión del negocio vinícola, nuevas especialidades como Platino y Oro Viejo; el primero un fino bastante elaborado y el segundo, un amontillado, ambos productos de crianza en las botas de la bodega propia. Quedó atrás la adquisición en 1895 de 700 arrobas al precio de 12,50 pesetas/arroba. A partir de aquella compra, la sociedad comenzó a adquirir o a alquilar una serie de locales para difundir sus marcas. En 1896, la renta de la casa, situada en la plaza de Séneca, quedó en 5.000 reales. Este establecimiento pasó a propiedad en 1948. En 1880, en dicha plaza se había alquilado un granero y desde entonces se tomó la iniciativa de que no se usaran más vasos que los acordados por la comisión, así fue por lo menos hasta 1985. En julio de 1925 se compró la casa nº 5 de la calle San Álvaro, hoy Cruz Conde. Ese mismo año también pasó a propiedad de la asociación la casa nº 159 de la calle Mayor de San Lorenzo, aunque hubo que restaurarla y se tomó la iniciativa de construir una bodega central. En 1950, se restauraron Séneca y San Francisco. En 1965, se abrió la taberna del Sector Sur, en avenida de Granada, y en 1967, la de Mayor de Santa Marina, que estuvo en servicio hasta 1974, cuando se derruyó para construir nuevas viviendas. En 1972, se alquiló un local en la avenida de la Viñuela para una nueva taberna y en 1980, se compró el local de la calle Diego Serrano. En la actualidad, podemos considerar a las tabernas de la Sociedad de Plateros por su historia, como un bien de interés turístico.

LOS ‘LEGÍTIMOS’

En 1976, se celebró por primera vez la cena de San Eloy, quedando constituida anualmente como homenaje a los socios. Quisiera resaltar una anécdota entre las muchas que han ocurrido en la larga historia de la sociedad. En la Casa de la Plaza de Séneca se reunía un grupo de ilustrados que se denominaban Los Legítimos. Cuando murió Julio Romero de Torres, en mayo de 1930, decidieron guardar un minuto de silencio y se nombró una comisión para que portara una corona en su entierro. Tal iniciativa contó con el agradecimiento de la viuda, quien escribió una carta entrañable a la asociación. Hay que resaltar que la asociación ya formó parte de la comisión para homenajear al pintor en junio de 1912, donando una medalla.

MEDALLA DE ORO

El mayor galardón que se ha podido otorgar a la Sociedad de Plateros por parte de la ciudadanía cordobesa, fue la concesión de la Medalla de Oro de la Ciudad en 1885, en reconocimiento de su actividad, tanto benéfica como cultural. Los tres grupos municipales (PSOE, AP y PCA) que formaban el consistorio, aprobaron por unanimidad la propuesta de la Concejalía de Cultura, tras la lectura por parte del presidente del área citada: méritos de ejemplaridad cívica y cordobesismo tanto en lo económico como en lo cultural que durante más de cien años viene haciendo gala esta sociedad de honda raigambre cordobesa. Con esta distinción, la Sociedad de Plateros llegó a formar parte del alma de la ciudad, si es que antes no lo era, y siguió comprometida con los cordobeses hasta nuestros días. Sus tabernas siguen vivas y son aún reflejo de nuestras costumbres y nuestra forma de ser. En 1993, por votación popular, fue distinguida por el Diario CÓRDOBA como Cordobés del año. Ahora, perdonadme, he quedado en María Auxiliadora con un compañero maño, cerca de la bodega de la calle Queso. Ha venido a visitar la ciudad y a beber buen vino. Allí brindaré por la amistad con un medio de Peseta, Oro Viejo o Platino.