La Fundación Cajasol y la empresa Rurápolis organizaron ayer un taller de flores comestibles, una actividad que fue impartida por la experta en vinos Mara de Miguel, quien intentó transmitir a los 25 asistentes al curso otra manera de sentir y disfrutar de las flores. Detalló la profesora a este periódico que las plantas se pueden ver y oler, pero no saborear; con esta experiencia se cierra un poco el círculo y se puede disfrutar más aún de ellas. Explicó Mara de Miguel que las flores «tienen texturas que se desconocen» y posibilidades de disfrute no aprovechadas como el sabor. En este taller se aprenderá a maridar algunas plantas con aceite de oliva virgen extra y con vermut, al tiempo que se aprenderá a destilar para extraer el sabor de otra manera distinta. Dijo la profesora que las flores que adornan nuestros patios tienen características insólitas, «las hay ácidas, picantes, dulces e incluso un tipo de margarita que al masticarla produce como una especie de descarga que adormece momentáneamente la boca». El curso se completó con una visita a los patios «para que los alumnos puedan ver las plantas que hemos trabajado en su entorno habitual». R.V..