Al comenzar el mes de mayo hay una cita indiscutible en las calles del barrio cordobés de Capuchinos: María, Divina Pastora, recorre como cada año (y ya son nueve) las calles de este céntrico barrio bajo la mirada atenta de cientos de niños y jóvenes que la acompañan, alegres e ilusionados, en su cortejo. El desfile partió del portón del colegio en la calle Osario a las 19.30 horas y discurrió por la calle Burell hasta la plaza de las Doblas y la plaza de Capuchinos. Prosiguió por Carbonell y Morand, Ramírez de las Casas Deza, Conde de Torres Cabrera, Domingo Muñoz y plaza de los Carrillos, para finalizar de nuevo en la calle Osario. La imagen de la Divina Pastora, restaurada en los talleres de Antonio Bernal, estuvo acompañada por la banda de música de Nuestro Padre Jesús de la Fe en su Sagrada Cena y por la Escolanía del Colegio Divina Pastora, que cantó a su Virgen en distintos puntos de su recorrido procesional. Uno de los momentos más emotivos fue frente al Asilo de los Dolores, lugar muy entrañable para este centro, ya que, desde hace dos años, alumnos de 4º de ESO, arropados por sus profesores, acuden cada sábado a acompañar a los mayores en un acto de verdadera entrega y generosidad. El pasito, cedido como cada año de forma generosa por la hermandad de Pasión, iba portado por dos cuadrillas de costaleros, entre los que se encontraban alumnos de ESO y antiguos alumnos, guiados por un equipo de capataces que han vivido en estas aulas el fervor y la devoción a la Divina Pastora. Como novedad, este año por primera vez una cuadrilla de niñas costaleras que, con una ilusión desbordante, son ya parte de la historia viva de este colegio. Es de agradecer también la inestimable ayuda del Redil eucarístico de la Divina Pastora de Capuchinos, cediendo todo el cuerpo de acólitos (ciriales, inciensarios, cruz de guía, dalmáticas) y participando activamente en el cortejo procesional, junto con una representación de la hermandad de Nuestra Señora de los Dolores y la hermandad de la Paz y Esperanza, en cuya procesión participa cada año la escolanía del colegio. La nota de color la ponía un ramillete de guapas gitanas.