Es uno de los lugares más bellos, silenciosos y extraños de España. Las Lagunas de Ruidera no son exactamente lagunas sino pequeños lagos, puesto que sus aguas son profundas, transparentes y corrientes. Según que el color del travertino manchego sea dorado o gris o azulado y verdoso, la laguna parece un topacio o una perla o un zafiro o una esmeralda. Tan transparente es el agua, que desde las alturas se puede ver el vientre nacarado de las carpas".

Este es un extracto de la descripción sobre las Lagunas de Ruidera que dejó plasmada en su libro Por tierras de La Mancha (1959) el periodista y escritor Víctor de la Serna, que percibió el encantamiento de sus paisajes. No es de extrañar esta telúrica atracción porque Miguel de Cervantes ya dejó escrito que "nos tiene aquí encantados el sabio Merlín ha muchos años" en boca de su personaje novelesco más universal, como recuerda una inscripción literal bajo la negra escultura del perfil de Don Quijote a lomos de Rocinante. Este icono de los lugares quijotescos se encuentra en un muro en curva a la salida de Ruidera, justo antes de emprender la carretera de las lagunas. La primera laguna que se divisa es la denominada Del Rey, cuya orilla forma un arenal a modo de playa. No obstante, el baño supremo es el que cualquiera puede darse en el paraje de La Isla, una isla artificial que se adentra en mitad de la laguna Colgada.

Lagunas y cascadas

El Parque Natural de las Lagunas de Ruidera constituye el más excepcional humedal de Castilla-La Mancha y es considerado uno de los espacios naturales húmedos más interesantes y bellos de la Península Ibérica. Situadas en el Valle del Alto Guadiana, entre las provincias de Albacete y Ciudad Real, las quince lagunas que conforman el Parque Natural están dispuestas en cadena y unidas entre sí por arroyos, cascadas y flujos subterráneos, salvando un desnivel de 120 metros de altura y ocupando una superficie total de 3.772 hectáreas. Las lagunas altas (Blanca, Conceja, Tomilla, Tinaja, San Pedro, Redondilla, Lengua, Salvadora, Santos Morcillo, Batana y la mayor parte de la Colgada) pertenecen al término municipal de Ossa de Montiel (Albacete), mientras que las lagunas bajas (parte de la Colgada, Del Rey, Cueva Morenilla, Coladilla y Cenagosa) corresponden a Ruidera (Ciudad Real), que ha dado nombre genérico a las lagunas y a su Parque Natural. Además de por su belleza y por su riqueza natural, el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera constituye un extraordinario fenómeno acuífero cuya visita está sobradamente justificada.

Situadas en el Valle del Alto Guadiana, las lagunas salvan un desnivel de 120 metros. Eduardo Grund

El oasis manchego

No en vano, su seña de identidad es casi única en el mundo. En toda Europa solo puede contemplarse este fenómeno de lagos superpuestos y en cadena de este oasis manchego en el Parque Nacional de los Lagos de Plitvice, en Croacia, con la particularidad de que las aguas de las Lagunas de Ruidera son en realidad el drenaje natural de una buena parte del acuífero subterráneo del Campo de Montiel. Hace millones de años, los montes que esculpen el Valle del Alto Guadiana, donde se encuentran las lagunas, estaban completamente unidos. De hecho, cuando se asciende hacia la famosa y quijotesca Cueva de Montesinos se aprecia claramente que se llega a esa llanura, pues el Campo de Montiel es una altiplanicie.

En mitad de esa llanura el terreno se rajó por una falla sísmica, y esa fractura se fue haciendo cada vez más ancha con el paso de los años. Y al mismo tiempo que fue ganando anchura, también fue ganando profundidad, hasta que llegó a pinchar el acuífero subterráneo. Esos pinchazos al acuífero hicieron que toda el agua del subsuelo brotara en manantiales y fuentes. Así es como surgieron los Ojos del Guadiana y así nació el río homónimo, dando lugar a numerosas historias y leyendas sobre por qué se oculta y emerge de nuevo. En estos humedales, por momentos parece que nos hallamos en otras latitudes más septentrionales. Pero no: no estamos en Finlandia (conocido como el país de los mil lagos) ni en los fiordos noruegos, ¡estamos en La Mancha! Lo que no deja de ser una paradoja si recordamos que el nombre de la tierra de Don Quijote proviene etimológicamente del árabe al-ansha, que significa tierra seca.