FICHA

Construcción del siglo XI, de origen almohade, fue conquistado por Fernando III El Santo en el siglo XIII y entregado a la ciudad de Córdoba.

Usos

Lugar de refugio tanto para las caravanas como para la población que huía de las escaramuzas entre árabes y cristianos.

La visita

La visita es libre. Se accede a pie.

-------------------------------

Existe poca documentación sobre el Castillo de El Vacar, también llamado Castillo de Mano de Hierro, que se alza sobre un cerro cercano a la población de la que recibe el nombre, en el término municipal de Espiel. Precisamente, su ubicación, a una jornada a pie de Córdoba, y la falta de restos que hagan pensar en un uso militar o habitacional del recinto, hacen pensar a los expertos que, en origen, se trató de un refugio para las caravanas que recorrían el camino a Badajoz y a Toledo. Así lo cree Buenaventura Castillo, cuyo trabajo de fin de grado versa sobre la fortaleza, que fue erigida en el siglo XI, probablemente, sobre una edificación romana anterior.

Del castillo solo queda su recinto cuadrangular de amplias dimensiones (59x59,5x50,1x49,5), rodeado por gruesos muros de hasta metro y medio de grosor y de una altura superior a los cuatro metros. De la puerta, situada en el lado sur, solo quedan las jambas. La edificación cuenta, además, con cuatro torres en cada una de sus esquinas y otras tantas en cada uno de sus lados. Ninguna de estas torres parece haber sido la del Homenaje y, como tampoco se ha hallado ningún aljibe, todo parece indicar que no fue ocupado permanentemente.

En el muro norte hay cuatro grandes troneras y en los muros este y oeste sendas troneras próximas al muro norte. Dichas troneras se abrieron durante la invasión francesa. Y es que, aunque el castillo nunca tuvo un uso militar propiamente dicho, sí estuvo involucrado en batallas o escaramuzas, principalmente en la Edad Media, pero también durante la Guerra de Independencia y la Guerra Civil. Quizás la más importante de ellas fue la relacionada con la Fitna de Bobastro -la rebelión del andalusí de origen hispano-godo Omar ben Hafsún contra el Emirato de Córdoba entre el 880 y el 918-, si bien este hecho no está suficientemente documentado.

El Castillo de El Vacar forma parte de la línea de fortificaciones que servían de refugio a las caravanas que transitaban por el camino a Badajoz. FRANCISCO GONZÁLEZ

Además, hay que recordar que esta zona fue tierra de frontera. Era una zona peligrosa, se producían escaramuzas y expediciones de rapiña y la gente de los alrededores se escondía ahí para protegerse, ya que con pocas personas se podía defender bien el recinto, que contó en su día con un paso de ronda.

Hoy, el castillo se encuentra bastante deteriorado. Hace más de tres décadas que no se ha realizado ninguna intervención de conservación o restauración. La última, en los años 80, consistió en la instalación de unas grapas de hierro para evitar el colapso de los muros.

RECOMENDACIONES

DISFRUTAR DE LA NATURALEZA

La verdadera riqueza de Espiel no se encuentra en su casco urbano, que también, sino en el entorno natural privilegiado en el que se ubica. En pleno Valle del Guadiato, entre los parques naturales de Hornachuelos y Sierras de Cardeña y Montoro, en las cercanías del embalse de Puente Nuevo y de la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) Alto Guadiato, ofrece múltiples encantos para los amantes de la naturaleza.

LA ANTIGUA ESTACIÓN DE FERROCARRIL

Para quienes deseen pernoctar en Espiel se recomienda acudir al albergue rural Estación de Espiel. Se ubica, como su nombre indica, en la antigua estación de ferrocarril, que fue restaurada para dar cabida a este albergue, situado a las orillas del embalse de Puente Nuevo. Se organizan varias actividades, como escalada, rápel, tiro con arco y ciclismo de montaña, en los alrededores.

GASTRONOMÍA TRADICIONAL

En la gastronomía tradicional espeleña tienen especial relevancia los productos procedentes de la matanza y de la caza. Su plato más significativo es el hornazo, que se prepara para la romería de la Virgen de la Estrella y que difiere sustancialmente del de otros pueblos. En repostería, destacan las hojuelas, los buñuelos, el piñonate, el ‘cuajao’ o los roscos fritos.