FICHA

Castillo de la segunda década del siglo XV mandado construir por Diego Fernández de Córdoba, muy transformado por construcciones en su parte sur y oeste. Bien de Interés Cultural desde 1981.

La visita

De 10.00 a 13.00, sábados y domingos, y de 19.30 a 21.30, viernes y también sábados. El resto de días de la semana, con cita previa en la Oficina de Turismo (661868441).

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Doña Mencía es esa peculiarísima villa cordobesa que, entre otras singularidades, mantiene su misma población casi desde hace siglos (quizá por sus ancestros gallegos que repoblaron la zona, y por ello no sube ni baja, valga el tópico y típico chiste), y justo de aquella época es la creación del castillo y de la propia localidad en un siglo XIV donde había que defender el camino entre Cabra y Baena de las racias del reino nazarí. Pero fue el 2 de agosto de 1415 (pocos castillos tienen tan bien documentado su nacimiento) cuando Diego Fernández de Córdoba recibió la autorización para levantar una fortaleza dentro de los límites del señorío de Baena, con alicientes para atraer a la población. Un ejemplo, aquel privilegio concedido a 20 vecinos para que se asentaran a cambio de dejarlos libres de alcábalas y tributos. Que no es moco de pavo no tener que pagar nada a Hacienda toda la vida.

El inmortal diplomático y escritor egabrense Juan Valera, con raíces familiares y espirituales en Doña Mencía, dejó para las generaciones futuras no solo la historia de Pepita Jiménez o Juanita la Larga, sino que recogió también la leyenda de que el mismísimo Gran Capitán, siendo adolescente, estuvo como cautivo privilegiado en esta fortaleza, además de entrelazar el relato con una narración de amor platónico y caballeresco que es una delicia releer hoy en día. Y es que el castillo llama a la evocación con su peculiar planta rectangular, cubos macizos en las esquinas y dos torres huecas justo en el centro de los dos lados más cortos, que albergan bóvedas de ladrillo en forma cónica. Se conserva la del lado este, que es visitable.

Por el sur es donde se supone que estuvo la puerta principal, recoge el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Sin embargo, ésta es la zona de la muralla más dañada por las construcciones posteriores (el pósito o las escuelas) que, sin embargo, puede que en sus cimientos aún guarden mucha información sobre la fortaleza. También el muro oeste, incluida su perdida torre, está muy afectado por el paso de los siglos y las transformaciones constructivas superpuestas.

Es la parte mejor conservada del perímetro tras la profunda transformación que ha sufrido la fortaleza a lo largo de los siglos. FRANCISCO GONZÁLEZ

Capítulo aparte es el cerramiento este y, sobre todo, la muralla norte de este castillo con mil metros cuadrados de recinto interior y cuya construcción fue heterogénea. Así puede apreciarse, por ejemplo, en el lienzo norte y en la torre mejor conservada esa peculiar configuración en hileras de mampuesto (piedras sin labrar, pero de tamaño moderado que no necesitan grúa y pueden colocarse ‘a mano’, de ahí su nombre) entre argamasa y verdugones de ladrillo cerámico, que en su día estuvieron enlucidos.

En todo caso, tan integrado está el castillo en la historia y leyenda de Doña Mencía que no extraña en absoluto que también ahora sea parte de la trama urbana, fundiendo y disolviéndose en parte con la localidad, salvo en su lado norte al coincidir los límites del castillo durante siglos con los de la población. Basta pasear por la calle Llana, histórica vía donde vivieron alcaldes y otros prohombres de la localidad, y disfrutar de la imagen de la torre este, con la hornacina que alberga una litografía de la Virgen de la Cabeza. Es uno de los conjuntos militares históricos más evocadores de Córdoba, al que hay que visitar entre las rutas valerianas organizadas y, mejor aún, tras leer el relato El cautivo de Doña Mencía, del escritor que tanto se fusionó en espíritu con la localidad.

RECOMENDACIONES

A COMER, TAMBIÉN CON JUAN VALERA

En ‘Juanita la Larga’ y, sobre todo, en ‘Las ilusiones del doctor Faustino’, Juan Valera se detiene en dar largos detalles de la gastronomía menciana de hace un siglo, con el guiso de habas llamado ‘cocina’ y pavo a la menciana, además de embutidos, hojaldres, picadillos... Capítulo aparte es la tradición de las roscas de San Blas, con mucho ajonjolí y, sobre todo,... los tomates guisados, que convierten este excelente producto de la huerta menciana en una especie de pisto a acompañar con un huevo.

AMPLIA OFERTA DE ALOJAMIENTOS

Entre el hostal Casa Morejón y el hotel Mencía Subbética suman más de medio centenar de plazas hoteleras en la propia Doña Mencía, a las que habría que añadir un área de autocaravanas con 40 plazas para estos vehículos. La oferta se dispara si el viajero quiere planificar su trayecto siguiendo su ruta por otras localidades y busca alojamientos en las vecinas Baena, Nueva Carteya o Cabra o, algo más allá, si se cuenta con la capacidad hotelera de Lucena, Monturque, Aguilar de la Frontera, Montilla o Castro del Río.

QUÉ VER Y POR DÓNDE ANDAR

Siete décadas estuvo abandonada la Iglesia Vieja, tras su incendio en 1931, hasta recuperarse como auditorio al aire libre y escenario clave del programa D-Mencia. También hay que destacar el Pósito Municipal (junto al castillo), la zona de la calle Llana o la ermita y mirador del Calvario, así como la Torre de la Plata, a la que se puede llegar a través de la vía verde, en una ruta circular que pasa por la Fuente de las Pilas. En este entorno natural encontramos también la antigua estación, un lugar de ocio y actividades ya arraigado.