Aún no se conocen los datos de este curso, pero en el anterior, 83 mujeres y 82 hombres con diversidad funcional y/o necesidades específicas de apoyo educativo estudiaban en la Universidad de Córdoba, si bien Carmen Cruz, directora de la Unidad de Educación Inclusiva (UNEI) -que junto a la Unidad de Atención Psicológica (UNAP) conforma el Servicio de Atención a la Diversidad de la UCO-, matiza que «estos datos se refieren solo a aquellos alumnos y alumnas que han manifestado su situación al realizar la matrícula, por lo que la cifra no necesariamente representa la totalidad».

El Plan de medidas frente al covid-19 de la UCO contempla que se deberá prestar «especial atención» a este colectivo, «ya que pueden necesitar ciertas adaptaciones como acompañantes de apoyo y medios materiales o ayudas técnicas». En cualquier caso, los acompañantes del alumnado con necesidades especiales deben cumplir las normas de prevención generales.

Muchas de las necesidades derivadas de esta nueva situación ya están siendo consideradas desde la Universidad. “No obstante, se han producido algunas situaciones inéditas. Tenemos, por ejemplo, el caso de dos estudiantes que están exentos del uso de mascarillas según informe médico y, con el asesoramiento del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de la UCO, se ha recomendado para ellos el 100% de la docencia por videoconferencia en sesiones síncronas, es decir, en directo, por lo que tiene la consideración de docencia presencial. Esta medida tiene la finalidad de evitar riesgos para ellos y para el resto de la comunidad universitaria”, explica Cruz.

Para garantizar la enseñanza en el sistema semipresencial adoptado por la UCO, al alumnado con diversidad funcional se le garantiza, como siempre, la adaptación de todo el material informático.

«Desde la UNEI trabajamos en colaboración con diferentes asociaciones del ámbito de la diversidad que nos asesoran en algunos temas cuando lo necesitamos, incluidos los informáticos», comenta la responsable de la Unidad, que aclara que «hasta el momento no se ha dado ningún caso de alguna necesidad específica en este sentido, distinta de las que ya estaban contempladas. Nuestro alumnado suelen ser personas que ya están acostumbradas a vivir con su diversidad y suelen tener adaptado su material».

Lo que sí reconoce Carmen Cruz es que han aumentado los correos de alumnado con discapacidad en que les comunican cómo algunas de las barreras y problemas con que se encuentran habitualmente «ahora parecen agravarse y expresan un sentimiento de incertidumbre generada por esta situación. Especialmente significativo, desde nuestro punto de vista, es el caso del alumnado con diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista, que se ha visto muy afectado durante el confinamiento», relata.

«El desafío consiste en ir encontrando nuevas soluciones en el menor periodo de tiempo para que afecte lo menos posible al estudiante», remarca Cruz.