La Cátedra Enresa de la Universidad de Córdoba cumple 20 años, aunque su origen es anterior. Su director, Eugenio Domínguez Vilches, repasa su trabajo para acercar la información sobre los radionucleótidos a la sociedad.

-¿Qué resaltaría de estos 20 años de historia?

-Esto es como una pareja que lleva más de 20 años. Hemos pasado buenos y malos momentos porque dependemos de que una empresa pública como es Enresa nos subvencione a través de un convenio que sirve de semilla para poner en marcha proyectos que a su vez nos generan ingresos que nos permiten embarcarnos en otros proyectos de carácter medioambiental.

-¿Ha cambiado mucho la percepción de la sociedad española sobre la energía nuclear y sus residuos?

-Sí, mucho, y aunque parezca una falta de humildad, la Cátedra ha tenido mucho que ver. Nuestra visión ha sido neutral, plural, imparcial y objetiva. Hemos informado de para qué sirven los radionucleótidos, de sus efectos positivos pero también de los negativos, y de sus usos, por ejemplo, de su uso médico e industrial. Es como la televisión, sirve para muchas cosas pero también tiene cosas malas. Hoy día un sector importante de la sociedad entiende las misiones que tiene el material radiactivo. Nosotros hemos sido unos mediadores imparciales, unos mediadores medioambientales y la investigación que hemos realizado ha servido para avanzar en otros campos.

-Centrándonos en la actividad de la Cátedra, ¿qué puede destacar de este curso?

-La cátedra funciona con programas a cuatro años, que es lo que dura el convenio con Enresa. Nuestra actividad se puede resumir en tres grandes grupos. El trabajo con empresas locales del entorno de El Cabril, que se ven muy afectadas por la percepción social subjetiva sobre las instalaciones y esto necesita de actividades de fortalecimiento de esas empresas. Ayudamos a los grupos políticos de esos pueblos para poder aprovechar a su favor la fuerza del contrario. En segundo lugar, esa es una zona medioambiental interesantísima, al lado de la reserva de la biosfera de Sierra Morena, y tratamos de explicar las posibilidades que ofrece. En tercer lugar, llevamos a cabo actividades formativas destinadas a las enseñanzas medias, a los institutos. Tenemos programadas diez visitas por curso en las que participan unos 250 alumnos a los que llevamos a El Cabril para que vean que allí no hay demonios, pero que hay que tener cuidado. Además, ofrecemos el título de Experto en Gestión y Tratamiento de Residuos Radioactivos , que tiene siempre más solicitudes de las que podemos atender. Actualmente hay 35 alumnos.

-La Cátedra no solo organiza actividades de divulgación sino que también funciona como grupo de investigación. ¿En qué líneas de trabajo están trabajando?

-Estamos trabajando básicamente los equipamientos ecosistémicos de la reserva de la biosfera, qué ofrecen, para qué sirven, etcétera. El objetivo es ayudar a los equipos políticos a plantear acciones que se pueden hacer para lograr un desarrollo más sostenible. También estamos trabajando en el desarrollo de una estación científica en La Patagonía chilena y en una plataforma medioambiental para la difusión de la cultura de la sostenibilidad.

-Y de cara al futuro, ¿qué papel debe jugar la cátedra?

-Bueno, tenemos objetivos hasta el 2020, que es cuando se acaba el convenio actual. Más allá de eso, nosotros tenemos muchas ideas pero tienen que casar con los objetivos de nuestro patrocinador, que tratándose de una empresa que trabaja con el ambiente es lógico que su responsabilidad social corporativa vaya dirigida hacia ese ámbito.