GANADO: seis toros de Alcurrucén. Bien presentados y de buen juego, destacando sobre todos el primero y el cuarto, excelentes.

DAVID MORA: estocada (oreja), pinchazo y estocada baja contraria (silencio) y pinchazo y estocada trasera y tendida (ovación con saludos tras aviso).

JOSÉ GARRIDO: pinchazo sin soltar y estocada (ovación con saludos tras aviso), estoconazo (oreja con fuerte petición de la segunda, bronca al presidente y dos vueltas al ruedo)y estocada casi entera y media estocada (oreja). Salió a hombros.

PLAZA: Los Llanos, Pozoblanco. Menos de media entrada.

La sensibilidad forma parte importante de nuestra manera de ser. Hay mil maneras de expresarla. Ser sensible es ser capaz de mostrar nuestros sentimientos ante situaciones que lo requieren. Y ayer, en la plaza de toros de Pozoblanco, la sensibilidad brilló por su ausencia. Sobre todo en el palco. El primer toro y el cuarto, por su bravo comportamiento y calidad en la embestida, merecieron la efímera gloria de la vuelta al ruedo.

Pero no asomó el pañuelo azul, volviendo a mostrar poca sensibilidad al negarle la segunda oreja a Garrido ante una faena redonda y rotunda. También faltó sensibilidad en los toreros que al cumplirse el 33 aniversario de la tragedia de Paquirri ninguno brindó al cielo.

Metidos ya en lo que dio de si la corrida, aclarar que en principio estaban anunciados tres matadores de toros, pero Antonio Ferreras envió un parte médico por resentirse de la cornada de Albacete. El festejo quedó en un mano a mano entre David Mora y José Garrido, que a la postre resultó muy desigual ante un ganado a propósito para el triunfo. El primer toro fue el material idóneo para formar un cacao. Lo recibió Mora con un ramillete de verónicas rematado con media de mucho gusto. Con la franela, el toro mantuvo su calidad, y aunque tenía una mijita de tralla, fue un ciclón embistiendo por ambos pitones, repitiendo incansable los cites del torero, que pudo hacer mas con el material que tenía enfrente ¿Estuvo mal Mora?. No, ni mucho menos pero el toro requería un faenón que no lo tuvo. Le faltó el punto a la i. En su segundo no se acopló con el capote. El toro no humilló y embistió un poco rebrincado y Mora le enjaretó series por ambos pitones. Terminó con una tanda por la izquierda mirando al tendido, buscando la complicidad del público. Al quinto lo recibió rodilla en tierra rematando airosamente y recibiendo una gran ovación. Comienza la faena con la derecha en el centro del anillo. El toro repite y el diestro aprovecha para endilgarle una serie de mucho calado. Toma la izquierda y deja varios naturales. El toro fue acortando las embestidas y la faena se fue diluyendo.

José Garrido dejó lo más torero de la tarde; fue en el cuarto. Un animal con mucha clase y calidad en la embestida. Desde el primer momento lo vio el torero que lo recibió con una larga cambiada para salirse a los medios con verónicas rematadas con una media de cartel. El toro aprietó en el caballo. Con la muleta comimenzó la faena a pies juntos al hilo de las tablas. Se fue al centro del ruedo y lo citó acudiendo el animal con alegría, Allí surgieron series por ambas manos en medio del delirio general. El torero se rebozó de buen gusto y torería. Todas las tandas rematadas con garbosos pases de pecho con salida por el hombro derecho. Garrido dio dimensión de gran torero. Tranquilo, gustándose y disfrutando con un toreo de enorme dimensión. Tras el estoconazo se mereció las dos orejas, pero el palco, como ya hemos dicho, impertérrito, aguantó la abrumadora petición y el broncazo de antología. ¿Qué hay que hacer para cortar dos orejas en Pozoblanco? Mal, desde luego, el torero al tirar en un mal gesto la oreja que le entregó el alguacilillo. En su primero estuvo aseado con el capote. Con doblones muy toreros se fue llevando al toro hasta los medios, para engancharlo enseguida con la derecha. Por la izquierda sacó naturales de uno en uno, sin hilvanar. El toro se fue y luchó por sujetarlo.

PODEROSA IZQUIERDA/ En el que cerró plaza, tras un saludo capotero rematado con una media de rodillas, el toro apretó en varas. Citó en medio del ruedo y tras una serie de redondos se pasó la muleta a la zurda, muy poderosa, para con suavidad llevar al toro muy toreado. La faena fue de más a menos. El toro pedía poder y sitio, además de otro puyazo. Terminó con unas apretadas manoletinas rematadas con garbosas trincherillas.

En resumen, pocos festejos han sido tan completos, ganaderamente hablando, como este. Toros que han servido y que sin embargo se han ido al desolladero con las orejas puestas. Y el mano a mano careció de réplicas en los quites. Más que mano a mano fue una corrida de toros con dos toreros. Cada uno con un estilo.