Ganado: toros de El Canario, de Manuel Santiago, bien presentados aunque desiguales entre sí --con diferencias de hasta 100 kilos--, y de juego variado. El quinto, el de menos peso, fue el que tuvo más movilidad y el que más se prestó al lucimiento. El cuarto buscó las tablas; el tercero tuvo cierta codicia y el resto se dejó.

Fermín Bohórquez: dos pinchazos y rejón trasero y contrario (ovación); y rejón trasero, pinchazo, otro rejón y 13 descabellos (silencio).

Leonardo Hernández: pinchazo y rejón (ovación tras leve petición); y pinchazo hondo que descordó (una oreja con fuerte petición de la segunda).

Manuel Moreno: pinchazo y rejón trasero y contrario (palmas tras petición); y tres pinchazos, medio rejón bajo y contrario, y cuatro descabellos (palmas).

Plaza: Los Califas. Menos de un cuarto.

Leonardo Hernández demostró ayer, una vez más en Córdoba, su facilidad para torear a caballo, el temple con el que cabalga y conduce a los toros, y su conexión con los tendidos gracias, también, a una buena dosis de espectacularidad. Nota alta para el joven caballero que tomó la alternativa en esta misma plaza, hace ya ocho años, y que a punto estuvo de cruzar de nuevo la puerta grande de no ser por el rejón de muerte, que descordó al quinto, el toro al que realizó una labor muy completa y torera. Pero para él fue, en cualquier caso, la única oreja de la tarde, de la que se fueron de vacío Fermín Bohórquez y Manuel Moreno. Y eso, que fue la otra noticia, ante unos tendidos que no se cubrieron ni en un cuarto, la entrada más pobre de las que se recuerdan en los últimos años en un festejo de rejones.

Pero en el ruedo la tarde fue para Leonardo Hernández. Ya en su primero, sin excesiva acometividad, se empleó al tirar de él, en el toreo entre suertes y en los adornos lejos de la cara del animal, aunque con este muy parado no siempre acertara en los encuentros. Sin embargo, en el quinto, todo fueron aciertos, aunando en perfecta comunión el toreo y la espectacularidad. Desde luego que el toro fue el de mejor juego y más movilidad, pero Leonardo Hernández estuvo a la altura con un templado toreo de costadillo, las cabriolas y las arrancadas en corto para clavar arriba. Una actuación completa y vibrante que llegó mucho al tendido, con el toreo como fondo. Lástima que descordara con el rejón de muerte. Sin duda, esto fue lo que tuvo en cuenta el presidente para no darle la segunda y abrirle la puerta grande que se había ganado.

Manuel Moreno también pudo llevarse un trofeo en el tercero, que tuvo codicia. Expuso mucho con los quiebros en corto, con arrogancia, pero la faena fue de más a menos, dejándose tocar y herir dos caballos. Eso y el defectuoso rejón de muerte lo dejó sin premio. Ya en el sexto, fácil y correcto sin más.

Bohórquez, por último, en el que abrió plaza se limitó a buscar los encuentros para clavar, casi siempre, además, a la grupa. Y en el cuarto, muy metido en tablas, estuvo más esforzado, pero los palos cayeron muy desiguales y además se tuvo que apoyar bastante en los auxiliares, siendo silenciado.