Sin sangre, así se celebra la temporada taurina en California, mezcla de velcro y arena. A diferencia de España y México, donde el espectáculo taurino concluye con la muerte del toro, en Estados Unidos está prohibido matar al animal.

En concreto, en California, la fiesta brava fue declarada ilegal en 1957, una prohibición levantada años más tarde con una única condición: que no hubiera derramamiento de sangre. Así, la versión californiana elimina los estoques, las puyas o banderillas tradicionales, además de limar los cuernos al toro y forrárselos con cuero para evitar las cornadas.

Una de las grandes diferencias de estos peculiares festejos está en el uso del velcro, material adhesivo con el que está forrado el lomo del toro y al que se adhieren las banderillas o los estoques, más similares a dardos sin punta y con guirnaldas de papel. Se trata de una forma de mantener con vida la lidia en Estados Unidos y que desde California se está extendiendo hacia otros estados como Massachusetts, Kansas e incluso Calgary, en Canadá.

Torero estadounidense

De este modo, la temporada taurina compuesta por unas treinta corridas, ha comenzado este año en la plaza de Gustine, la más antigua y la mayor del estado. Y lo ha hecho con la presencia del rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza, acompañando al diestro mexicanos Fernando Ochoa y a Dennis Borba (www.dennisborba. com), el único torero estadounidense e hijo del fallecido Frank V. Borba, pionero de las corridas de toros incruentas que comienzan a proliferar en Estados Unidos. Borba alterna su pasión en California con corridas reales en México, su trabajo como ganadero y como doble de acción en Hollywood.

Para la Sociedad Protectora de Animales de Estados Unidos, este tipo de festejo sigue siendo, en cambio, un crimen. "Es un abuso del animal para utilizarlo como espectáculo", afirma Gretchen Wyler, portavoz de la organización. Según su opinión, el hecho de ser incruentas sólo las sitúa un escalón por debajo del resto de las corridas.