El albaceteño Sergio Serrano se destapó ayer en Las Ventas con una emotiva y valiente actuación, en una tarde reivindicativa por parte de Sánchez Vara, que también rayó a buen nivel en un desafío ganadero en el que el hierro de Araúz Robles se impuso al de Saltillo. A la puerta de chiqueros se fue Sergio Serrano a recibir a su primero, un torazo de Saltillo al que cosieron después a capotazos, en uno de los cuales se llevó por delante a Caco Ramos, hiriéndole de forma certera mientras continuaba la capea en la que se había convertido la lidia.

Tanto desorden provocó que el animal acabara orientándose antes de cuenta, llegando a la muleta muy avisado. Pero Serrano no se arredró con él, ni mucho menos, y, base de firmeza y un arrojo tremendo, le plantó cara en una actuación en la que demostró que está preparado de sobra.

A semejante prenda le robó muletazos soberbios por lo quieto que se quedó y lo mucho que tuvo que tragar. Y cuando un torero se entrega de esta manera, Madrid responde. No hubo oreja, pero la vuelta al ruedo que dio fue de las de verdad. A portagayola volvió a irse a recibir al sexto, al que toreó después por jaleadas verónicas y chicuelinas abrochadas con un farol de rodillas. Pero todo quedó ahí, pues el toro fue un auténtico barrabás en el último tercio y Serrano solo pudo estar digno con él.

Abrió el desafío un imponente toro de Saltillo, de 616 kilos, largo, hondo y enseñando las puntas. No se empleó en los capotes, escarbón y con las manos por delante, y cantó la gallina en la primera vara. Sánchez Vara anduvo muy solvente, primero metiéndolo en vereda con el percal, y, tras un buen tercio de banderillas, en una faena de muleta en la que se mostró por encima de un animal de cortas y rebrincadas embestidas por el derecho, pero que tenía guardado un notable pitón izquierdo, por donde el alcarreño le robó pases inmaculados por cadenciosos y profundos. No redondeó una serie, pero la puesta en escena fue más que loable, como lo fue el oficio mostrado.

Con el cuarto, éste de Araúz de Robles, brilló Adrián Navarrete con tres magníficas varas en las que el astado arremetió con mucho poder. En el último tercio, sin embargo, le faltó empuje, pero Sánchez Vara estuvo a muy buen nivel, atacándole mucho para provocarle las arrancadas y gobernar después las embestidas por abajo sobre ambas manos, en lo que fue una faena autoritaria.

El primero de Castaño, de Araúz, llevó también la emoción a los tendidos con dos grandes peleas en el caballo, yendo de largo y apretando en las dos soberbias varas que agarró Pedro Iturralde. En la muleta tuvo mucha nobleza, aunque la faltara un punto de transmisión. El quinto fue un saltillo mansurrón en el caballo y muy soso en el último tercio. Castaño aquí pasó sin pena ni gloria en una faena anodina.

GANADO: tres toros de Saltillo (1º, 3º y 5º), de imponente presencia y juego desigual. Y otros tres de Araúz de Robles (2, 4º y 6º), bravos en el caballo y con mucha nobleza.

Sánchez Vara: pinchazo y estocada atravesada (ovación tras aviso); estocada trasera y caída, y dos descabellos (ovación tras aviso).

Javier Castaño: pinchazo y estocada ligeramente trasera (silencio); tres pinchazos, otro hondo y dos descabellos (silencio).

Sergio Serrano: pinchazo y estocada (vuelta al ruedo); pinchazo, media en los blandos y nuevo pinchazo (ovación)