El diestro López Simón, con tres orejas, abrió la primera Puerta Grande de la feria de Huesca, una tarde vacía en lo ganadero, y en la que Cayetano sumó también un apéndice mientras que el francés Sebastián Castella se marchó con una mano delante y otra detrás tras despachar el peor lote. Los toros de Manuel Blázquez, que estuvieron bien presentados, fueron un fiasco. Sin fuerzas, sin casta, sin bravura, y sin clase, a excepción del sexto que fue el mejor de la tarde. Corrida, por tanto, que decepcionó y que salvó a última hora López Simón. Triunfó el torero que mejores toros tuvo y el que más se entregó, con valentía y con clase, como fue el caso del madrileño, que volvió a caer de pie en Huesca.