GANADO: toros de Albarreal, el tercero un sobrero del mismo hierro, terciados de presentación, de escurridas caras y vacíos por completo de casta y juego, siendo pitados en el arrastres los lidiados en quinto y sexto lugar.

ENRIQUE PONCE: estocada (dos orejas); estocada caída (oreja tras fuerte petición de la segunda).

DAVID MORA: estocada (dos orejas); estocada tendida (saludos).

ANDRÉS ROCA REY: estocada sin puntilla (oreja); pinchazo, estocada caída y tendida y dos descabellos (ovación tras aviso).

PLAZA: coso de los LLanos (Pozoblanco). Tres cuartos en tarde de calor sofocante. Primer festejo del abono con motivo de la feria en honor a Nuesta Señora de las Mercedes

No es la primera vez que lo hace ni será la última. Ponce ofrecía ayer en Pozoblanco toda una lección de como se torea sin toro, sin enemigo, sin ese animal al que se le exige algo de picante, de fiereza, de chispa, de continuidad en su embestida...

Menudo fiasco los «pintureros» ejemplares de Albarreal, de sosa embestida cuando se animaban a hacerlo, con un molesto cabeceo en unos casos y mansotes o en plan marmolillo en otros. Y claro, con semejante material o se tira de fuegos de artificio, arrimones y guiños a la galería, o se pone en práctica la «cátedra» ganada a pulso durante toda una vida en esto del toro.

No es nuevo, decíamos, que a Ponce le valen todos o la inmensa mayoría de toros para montar faena, por eso lo de ayer en Pozoblanco fue toda una lección, y ya se nos ha perdido el número, de aquello de que si no tienes enemigo en frente, no importa. Y a fe que así fue. Con menos descaro en el que abría plaza, tal vez el toro con más transmisión del encierro y al que tras un pésimo puyazo, el maestro de Chiva comenzó el trasteo con ayudados y cambio de mano para ejecutar una faena, principalmente por el pitón derecho, en la que tuvo que corregir permanentemente el molesto cabeceo de su antagonista. Eso sí, en algunos muletazos, entre hombre y toro la distancia era abismal, algo que se corrigió cuando tras probar por el pitón izquierdo, la faena comenzó a levantar el vuelo con varias tandas de derechazos de cierto empaque, a las que siguieron otra de rodillas y dos «poncinas» como preámbulo a una gran estocada que puso en sus manos las dos orejas, la segunda un tanto generosa por parte del usía.

Pero sería en el segundo de su lote donde Ponce ofrecía esa lección de lo que es torear sin toro, de medir los tiempos, los pases, los cambios de mano, los adornos, e incluso las huidas del toro, para crear de la nada una faena para la que el público pidió los máximos trofeos. Y es que este cuarto de la tarde, como le ocurrió al resto de sus hermanos, no quiso entrar en la pelea que se espera en un ejemplar bravo, dedicándose a mantenerse en el sitio mientras Ponce, con mucha inteligencia, lo llevaba tapadito y a media altura, hilvanando así esa faena tantas y tantas veces realizada y no por ello, menos valorada. En esta ocasión, la colocación defectuosa de la espada hizo que desde el palco únicamente asomara el pañuelo blanco en una ocasión, lo que provocó que el respetable tributara una sonora bronca al presidente del festejo por la no concesión del segundo trofeo.

El cartel de esta primera tarde del abono de Pozoblanco, uno de los más rematados de la provincia en lo que llevamos de temporada, lo completaban David Mora y Andrés Roca Rey, que se las tuvieron que ver con cuatro «regalitos» de Albarreal. En ambos casos, sin toros. Mora fue el que estuvo más entonado, particularmente en el primero de su lote, al que tras un buen saludo capotero y un ajustadísimo quite por gaoneras, con la muleta dejó varias tandas con la derecha de buen trazo, rematadas con larguísimos pases de pecho, supliendo con voluntad las carencias que presentaba su enemigo. Algo que resultó sumamente complicado en el que hacía quinto, animal de sosa embestida, parado a más no poder, que por el pitón izquierdo le lanzó varios avisos.

Por su parte, a Roca Rey le tocaron en suerte los dos peores ejemplares del encierro, justificándose en su primero, un sobrero de la misma ganadería, con una larga faena de muleta en la que recurrió a las cercanías ante la falta de chispa que presentaba su oponente, mientras que en el que cerraba plaza, la apertura de faena de muleta con dos pases cambiados y varias tandas con la derecha fueron lo más destacao de su actuación, que para colmo emborronó con la espada.