Toros del Marqués de Quintanar, desiguales de hechuras, caras y remates, descastados y con muy poco fondo, con algunos ejemplares con mucha "guasa" como el quinto. La excepción fue el segundo, el único que se dejó del envío.

Juan José Padilla, de celeste, oro y remates negros: estocada caída (oreja); y pinchazo y estocada caída (oreja).

David Fandila "El Fandi", de azul pavo, oro y remates negros: pinchazo y casi entera (oreja); y estocada y descabello (oreja).

Alberto López Simón, de frambuesa y oro: estocada tendida y descabello (silencio); y pinchazo y estocada (oreja).

La plaza registró algo más de un cuarto de entrada en los tendidos.

Los diestros Juan José Padilla y David Fandila El Fandi salieron ayer a hombros en la tercera de la feria del Cristo de los Remedios de San Sebastián de los Reyes (Madrid) tras cortar dos orejas cada uno. Una tarde con tintes triunfalistas, con orejas muy amables y triunfos para contentar al poco más de un cuarto de entrada que registró el coso de La Tercera de San Sebastián de los Reyes, cuya feria no acaba de despegar en cuanto a asistencia de público se refiere. Padilla cortó una orejita del bonancible primero, al que toreó con mejor aire por el izquierdo, en una labor que tuvo cierto calado entre la gente. Otra más paseó del cuarto, un toro manso al que el jerezano hizo todo un desglose de su eléctrica tauromaquia tanto con el percal como con la muleta, sin olvidar las banderillas, que, a diferencia de en su turno anterior, esta vez sí puso.

El Fandi bordó el toreo a la verónica en su primero, con el que puso la plaza en pie con los palos. Muleta en mano el granadino estuvo muy dispuesto en una labor en la que primó la cantidad sobre la calidad. El pinchazo previo no restó pañuelos en la petición de una oreja que acabó paseando. El quinto fue un barrabás con el que Fandila se jugó el tipo en un vibrante y muy meritorio tercio de banderillas. Muleta en mano volvió a no dejarse nada en el tintero el de Granada en una labor tan esforzada como arriesgada. Esta oreja sí que tuvo su peso.

Y López Simón, que fue silenciado tras estrellarse con un tercero de corrida manso sin paliativos y remiso a cualquier afrenta, logró una orejita del sexto, un toro manso y muy agarrado al piso. Faltó contundencia con los aceros, pero la gente no quería que se fuera de vacío, de ahí el trofeo final.