Ganado: Toros de Núñez de Tarifa, el sexto como sobrero al ser devuelto el tercero y correrse turno, de aceptable presentación, justos de fuerzas y de juego desigual. Con fijeza y manejable, el primero; descastado y muy deslucido, el segundo; sin raza, el tercero, que acabó rajándose; apretó mucho el mansito cuarto; mansos sin paliativos, quinto y sexto.

José Garrido, de rosa palo y oro: estocada (vuelta al ruedo por su cuenta); estocada (dos orejas).

Joaquín Galdós, de azul marino y oro: media caída y descabello (silencio); pinchazo hondo y estocada caída (ovación).

David de Mirada, de azul marino y oro, y que sustituía a Pablo Aguado: estocada tendida (oreja); estocada caída (silencio).

La plaza: registró un lleno aparente, soleada y agradable.

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El diestro José Garrido, que cortó las dos orejas de su segundo toro, abrió ayer jueves la primera Puerta Grande de la feria del Corpus de Granada, en una tarde en la que David de Miranda paseó también un trofeo, mientras que el peruano Joaquín Galdós se fue de vacío tras estrellarse con el peor lote.

Garrido, que no había pasado de aseado sin más en una labor un punto displicente y sin remate ante su manejable primero; se mostró mucho más entonado frente al cuarto, un toro mansito, que apretó tela hacia los adentros pero que colocaba bien la cara cuando se le hacían bien las cosas. Un espeluznante volteretón en el inicio de faena pareció despertar a Garrido, que, enrabietado por el percance, se metió con el manso para demostrar quién mandaba ahí y para llevar a cabo una labor muy emotiva y vibrante, que conectó mucho con los tendidos, de ahí que, tras la certera estocada final, le premiaran con las dos orejas, abriéndole la Puerta Grande de la Monumental de Frascuelo.

David de Miranda sigue con su irrefrenable ascensión después de su rotundo paso por Madrid, un triunfo que ya, de por sí, le valió para coger hoy la sustitución de Pablo Aguado.

Por delantales recibió el onubense a su primero, un sobrero del hierro titular que ya de salida dio signos de no querer colaborar nunca, muy distraído, sin humillar y buscando insistentemente la huida hacia las tablas.

De Miranda logró sujetarle muy en corto, con medios pases y sin bajarle nunca la mano, y de esta guisa logró alguna tanda estimable por el derecho, amén de otras tantas por naturales en las que se vislumbró el empaque que tiene este joven torero, que cerró faena por bernadinas. Eficaz con los aceros, logró una oreja.

No pudo rematar el triunfo con el manso y muy deslucido sexto, que nada más que protestaba a cualquier tipo de afrenta que le planteaba de Miranda, que, muy dispuesto, sin embargo, no llegó a calentar los tendidos.

Galdós se estrelló contra el muro de mansedumbre que fue su primero, un toro que no tuvo ni un pase y con el que el peruano decidió acertadamente no alargarse de más. Y para ahondar en su mala suerte, el quinto tampoco se prestó. Galdós, viendo que se le iba la tarde, puso mucho empeño en tratar de sacar algo de agua de un pozo totalmente seco.