Ganado: Seis toros de Alcurrucén, desiguales de cuajo, hechuras y juego. Bravo y encastado el 1º; muy deslucido el 2º; manso encastado pero faltó de ritmo el 3º; de acusada sosería el 4º; noble pero falto de entrega el 5º; se movió sin entrega el 6º.

Antonio Ferrera: media y descabello (oreja); y estocada (dos orejas).

Morante de la Puebla: Metisaca muy tendido, pinchazo hondo, seis pinchazos y dos descabellos (pitos); y estocada (dos orejas).

Andrés Roca Rey: estocada (dos orejas); y casi entera y tres descabellos (silencio tras aviso)

Antonio Ferrera, Morante de la Puebla y el peruano Roca Rey han aprovechada la excesiva generosidad del público de Plasencia para salir ayer a hombros en un festejo triunfalista y de poco contenido en lo ganadero. Antonio Ferrera sorteó el toro más potable del encierro, que fue el que abrió la corrida. Salió con alegría y las verónicas del torero fueron más acompasadas que profundas. Fue bravo el animal, que se le arrancó cuando iba a brindar, por lo que la serie al natural que siguió, casi improvisada, levantó un clamor.

El alcurrucén fue una máquina de embestir, pero, cuando el torero se echó la muleta a la mano izquierda, pareció no encontrarle el sitio, ahogándole en demasía, por lo que el animal comenzó a protestar. Faena limpia pero a menos. Una oreja. Un puyazo en la paletilla cobró el cuarto, que no dijo nada en los dos primeros tercios. A la muleta llegó con poco empuje pero Ferrera lo llevó a media altura, más acompañando. Mucha bobería del animal y diálogo de gestos del torero con los tendidos, que jaleaban los que al final fueron pases de uno en uno. Bien rematada la faena con la espada, paseó el diestro las dos orejas. El primero de Morante de la Puebla apuntó lo que después fue una constante: muy poco recorrido. Topaba más que embestía en las medias arrancadas durante la faena del sevillano, que dio un «mitin» con la espada y fue pitado.

Al quinto, Morante lo cuajó en las verónicas del quite. En el cuarto lance comenzó a sosear el animal pero la media fue de categoría. Bellísimos fueron los ayudados por alto con los que el artista sevillano inició una faena de excelsa torería, con la personalidad y la belleza del toreo del sevillano, que esta vez sí mató bien. Dos orejas.

Manso y encastado resultó el tercero, primero de Roca Rey, que no se dejó torear con el capote. Pronto marcó querencia pero el peruano lo sujetó en los medios y, poderoso, lo llevó por abajo, hasta que se sintió podido el animal, que comenzó a protestar. Decayó el ritmo de la faena pero llegó el infalible circular. Muy pendiente el peruano de los tendidos en ese final, cobró una gran estocada. Dos orejas.

El sexto fue un animal hecho cuesta arriba y desrazado en su comportamiento. Tenía poco recorrido y salía con la cara alta. Faena larga, muchos pases y poca emoción. Mal con el descabello Roca Rey, no pudo completar su tarde. La plaza rozó el lleno en los tendidos.