El novillero francés Andy Younes, que ya lo logró también en las pasadas Fallas, volvió a salir a hombros hoy en Valencia tras cortar sendas orejas, que supieron a poco, de un soberbio y completo encierro de José Vázquez y que tampoco sus compañeros de terna terminaron de aprovechar.

FICHA DEL FESTEJO:

Ganado: Seis novillos de José Vázquez, de correcta presentación y de armónicas hechuras. Salvo primero y segundo, nobles y manejables pero justos de raza, la novillada, en distinto grado de transmisión, dio un juego excelente, por la profundidad y la entrega de sus repetidas e incansables embestidas.

Cristian Climent, de vainilla y oro: dos pinchazos, bajonazo y descabello (silencio tras aviso); golletazo, dos pinchazos, estocada delantera desprendida y dos descabellos (ovación tras aviso).

Andy Younes, de tabaco negro y oro: estocada (oreja); pinchazo y estocada trasera (oreja). Salió a hombros

Marcos Pérez, de grana y oro: dos pinchazos y estocada desprendida (ovación); estocada baja (oreja).

Entre las cuadrillas, destacaron los hombres de a pie de Marcos Pérez -Iván García, Ramón Moya y Alberto Zayas- tanto con el capote como con las banderillas.

Quinto festejo de abono de la feria de Fallas, con un cuarto de entrada en tarde con rachas de viento.

Hubo novillos para mucho más que una solitaria salida a hombros, que ya es decir en una feria corta de resultados en este arranque de Fallas. Porque el comportamiento de los preciosos ejemplares que hoy lidió en Valencia la divisa madrileña de José Vázquez fue perfecto para propiciar el más hondo y trascendente de los toreos.

Y en especial los cuatro últimos, que de salida ya descolgaron el cuello de sus nada ofensivas cabezas para arrastrar el hocico por la arena y seguir así, con una entrega total, los engaños hasta donde estos les llevaran, por exigente que fuera el recorrido.

Algunos con una clase suprema, otros añadiéndole transmisión a cada una de esas bravas arrancada, los de José Vázquez fueron de "lío gordo", como se dice en el mundo del toro. Pero el caso es que, más allá de los fallos con la espada, que también los hubo, apenas si hubo un "lío flaco", como fueron las dos orejas generosamente concedidas al francés Younes y aun una más del mismo calibre para Marcos Pérez.

Younes, con más y mejor habilidad que sus compañeros de cartel, estuvo así, habilidoso con el primero de su lote, que tuvo clase pero una raza más medida que los cuatro destacados, hasta que lo mató de una estocada de rápido efecto que motivó el primer trofeo.

El otro lo obtendría de un quinto que pedía un toreo más profundo y unos muletazos mucho más largos que los que le recetó el rubio novillero galo, que, aunque fácil y resuelto, nunca apuró tan óptimas embestidas.

Antes que él, abrió plaza el valenciano Cristian Climent pasando, con las banderillas y con la muleta, varios momentos de apuro inexplicable ante un primer novillo que se abría de las suertes, buscando las tablas sin exigir más que un poco de decisión.

Más de su parte puso Climent con el cuarto, al que, esta vez sí, banderilleó con vistosidad y acierto y con el que, desde que lo recibió con una larga a portagayola, bulló en una faena con más toreo para la galería que para el novillo, que necesitó de reposo y suavidad para lucir mejor. Aun así, todo quedó en nada una vez que, sin la fe necesaria, el valenciano falló estrepitosamente con los aceros.

El lote más completo, un tercero de clase suprema y un sexto de profunda calidad y transmisión, se lo llevó Marcos Pérez para llevarse únicamente de Valencia una oreja de escaso peso específico.

El novillero de Fuenlabrada (Madrid), que retomaba su carrera después de dejarla el pasado verano nada más presentarse con picadores, no consiguió tampoco aprovechar la clara ocasión de situarse en la cabeza de su escalafón que le ofrecieron ambas joyas de bravura de José Vázquez.

Correcto en las formas, y con fundamentos sobrados para moverse desahogadamente por la plaza a pesar de su corto rodaje, el debutante no tuvo, en cambio, la suficiente ambición, en faenas ayunas de verdadera apuesta y entrega, como para apurar y sacarle el partido a dos utreros que derrocharon la calidad de la mejor y más refinada bravura.