La esperada cita de Morón no defraudó a nadie. Gentes de toda Andalucía se dieron cita para presenciar un espectáculo histórico, con su poquito de morbo. Las puertas se abrieron una hora antes y las colas para entrar daban la vuelta al coso. Hacía calor pero daba igual. Más de cien periodistas, entre cámaras y fotógrafos, estaban ávidos de imágenes. El primero en llegar fue Julio Benítez (azul marino y oro). Entró en la plaza oculto tras una nube de reporteros que apenas le dejaban caminar. A continuación lo hizo Manuel Díaz (azul cielo y oro) y más de lo mismo. A todo esto los tendidos a reventar.

A fuer de ser sinceros hay que reconocer que Julio Benítez se llevó la tarde, gracias a su entrega, pundonor y buen hacer. El más pequeño de los dos hermanos, que había visto como Manuel había desorejado a su antagonista, salió a por todas y recibió al toro con una larga cambiada para sacarlo hasta los medios. Puyazo de compromiso y a brindar al público. Comenzó de rodillas al hilo de las tablas y luego enjaretó una serie por la derecha muy buena. Estaba en torero. Aguantó mucho y los pases fueron muy ajustados. El público un manicomio. Aún hubo tiempo para ligar una serie en redondo de muy bella factura. Y como el torero estaba lanzado, cerró su actuación con unos pases de rodillas, lo que acabó de encender al tendido. Estocada y dos orejas. En el sexto, volvió a estar a la altura. El animal dio dos volteretas que le mermaron sus facultades. Pero Julio, que había brindado a su hermano (foto deseada por todos) volvió a ganarle la pelea al animal, que acabó rajándose. Pero aún en ese terreno del toro, le exprimió con toreo de clase y exquisitez, donde no faltó el salto de la rana con voltereta incluida. Necesitó de varias agresiones y eso le puso solo una oreja en las manos.

Manuel Díaz, fiel a su estilo, se peleó, materialmente, con un torete que se dejó sin más. Muy bien con la muleta con ambas manos, sacando a relucir todo su repertorio, salto de la rana, cabezazos al testuz y comunicación con el público, ávido de gestos. En su segundo, al que brindó a su hijo Manuel, le realizó toda la faena en terrenos de sol, cuyos ocupantes le agradecieron el detalle. El toro embestía rebrincado y Manolo le aguantó. Volvió a matar bien y paseó dos orejas.

Abrió plaza el rejoneador Diego Ventura con un toro desrazado que salía distraido de los embroques. Rejones y banderillas colocados con acierto, consintiéndole mucho al burel, pusieron al tendido de acuerdo. Tres cortas y dos rosas fueron definitivas. En su segundo, un toro más cuajado y más pronto en la embestida, consiguió Ventura masyor lucimiento. Rejones y banderillas, largas y cortas citando al quiebro provocaron un clamor. Al salir de los encuentros toreando de costadillo, con el toro cosido al estribo, el respetable se entregó sin condición.

En definitiva un festejo muy entretenido con pinceladas de buen toreo a cargo de Julio Benítez, que superó con creces la prueba. Y por la puerta grande todos a a hombros.