Ganado: seis toros Santiago Domecq, aceptables de presentación, con movilidad pero de condición mansa.

Miguel Ángel Perera: oreja y oreja.

Cayetano: ovación y oreja.

Pablo Aguado: silencio y oreja.

Miguel Ángel Perera refrendó un año más su vínculo triunfal con Algeciras (Cádiz), pues si por la mañana descubría un azulejo en recuerdo del indulto de un toro de Jandilla que él mismo protagonizó el año pasado, por la tarde abrió la Puerta Grande de Las Palomas en la última de feria.

Perera le construyó una faena pulcra al primer toro de la tarde, basada en la mano derecha, con mucho temple y sobre todo con un espadazo que propició la oreja. El temple y la quietud siguió siendo la característica de una faena técnicamente de nota al cuarto. Fue una pena que lo matara de un mete y saca en los blandos. No obstante, sorprendentemente, el público pidió la oreja y le fue concedida.

Cayetano tuvo por delante un lote que manseó. No obstante, no se le puede negar la entrega al madrileño, aunque en su primera intervención la faena no tomara altos vuelos. Y en su segunda, en la que fue volteado con el capote afortunadamente sin consecuencias, puso más ganas que técnica. Cortó una oreja.

A Pablo Aguado había muchas ganas de verlo en Algeciras. Tuvo que ser en su segundo toro ya que el tercero de la suelta fue un manso imposible. Pero el sexto se movió con más sentido y Aguado interpretó una faena cargada de buen gusto, de serenidad y torería. Una media antológica en el quite y una faena donde hubo matices bellísimos. Con cambios de manos que eran carteles y derechazos de templados y de trazo largo. Con la izquierda también destacó con algún natural de altos vuelos. Finalizó con una serie de frente con la izquierda y pinchó antes de dejar una gran estocada. Oreja para él.

Por otra parte, José María Manzanares, con tres orejas, y el Juli, con dos, salieron ayer por la puerta grande de la plaza de Zamora en la corrida de las fiestas patronales de San Pedro, en la que Morante de la Puebla se fue sin trofeos. Se lidiaron toros de Daniel Ruiz, de los que merecieron la pena los dos últimos, especialmente el que cerró el festejo.