Enrique Ponce, que cortó cuatro orejas, fue el gran triunfador de la tarde de ayer en Valladolid, en la que reaparecía Manolo Sánchez para celebrar sus 25 de alternativa, y acabó, asimismo, saliendo a hombros después de dejarse también un toro vivo. Muy cariñoso el público toda la tarde con el torero de la tierra, al que arroparon en todo momento. Manolo Sánchez recibió una cerrada ovación, que recogió desde el tercio, al finalizar el paseíllo de un festejo en el que molestó mucho el viento.

Ponce abrió fuego con un toro de excelente clase y bondad en su embestida, aunque impresentable de pitones. El de Chiva, que había brindado cariñosamente a su compañero de cartel, ejerció su magisterio en una faena cadenciosa, preñada de torería, temple y buen gusto.

Se agarró bien Manuel Quinta con la vara con un severo puyazo al quinto. Noble toro, pero de rebrincada embestida por su escasa fortaleza. Faena de templada arquitectura en el tercio, afianzando al claudicante animal. Vistoso epílogo, excesiva resultó su carga teatral, con continuos diálogos con el público. Soberbio volapié. Dos orejas al esportón. Excesivo botín

Manolo Sánchez se la vio con el cuarto, un toro deslucido, rebrincado, en la corta distancia. Le puso fibra el vallisoletano. Ligó sobre la diestra en varias tandas en el tercio. Metió la mano con habilidad dejando una estocada entera y atravesada. Sainete con el descabello. Un calvario. Perdió los papeles y escuchó los tres avisos.