Ganado: Seis toros de Adolfo Martín, desiguales de cuajo y volumen, más finos y terciados los tres primeros. Salvo el quinto, encastado y con poder, el resto acusó una notable falta de raza, de tal forma que se pararon, se defendieron, se ajaron o incluso, como segundo y cuarto, se defendieron con peligro y sentido.

El Cid, de tabaco y oro: herido por su primero.

Pepe Moral, de tabaco y oro: pinchazo y estocada trasera caída (silencio), en el que mató por El Cid; estocada (silencio); y pinchazo y estocada (oreja).

Ángel Sánchez, de hueso y oro, que tomaba la alternativa: estocada trasera y tres descabellos (ovación tras aviso); pinchazo hondo y cuatro descabellos (silencio), en el que mató por El Cid; y pinchazo hondo (silencio).

Incidencias: El Cid fue intervenido de una "herida por asta de toro en el tercio medio cara interna del muslo derecho, con una trayectoria ascendente de 20 cms. que produce destrozos en musculatura aductora y vasto interno, de pronóstico grave".

Entre las cuadrillas, Juan Sierra saludó tras banderillear apuradamente al quinto. Miguel Martín bregó con temple al sexto.

Trigésimo primer festejo de abono de la feria de San Isidro, con tres cuartos de entrada aparentes (20.431 espectadores, según la empresa), en tarde inestable y con lluvia intermitente.

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Trigésimo primer festejo de abono de la feria de San Isidro, con tres cuartos de entrada aparentes (20.431 espectadores, según la empresa), en tarde inestable y con lluvia intermitente. La cornada grave que sufrió El Cid nada más comenzar la faena de muleta a su primer toro y la oreja que le cortó Pepe Moral a un encastado ejemplar de Adolfo Martín fueron las notas más relevantes de la penúltima corrida del abono de San Isidro celebrada ayer en Las Ventas. La corrida estuvo marcada por la inestabilidad del clima -en dos horas y cuarto hizo frío y viento, llovió con fuerza y, finalmente, salió sol- y por la generalizada falta de raza de otro encierro torista que tuvo la clamorosa excepción de un quinto ejemplar que propició el único triunfo reseñable. A ese toro, más espectacular que bravo en el tercio de varas, le cortó una oreja el sevillano Pepe Moral tras hacerle una faena que comenzó a gran nivel pero que fue bajando en intensidad a medida que el animal perdía también inercia en sus embestidas y pedía ser más y mejor llevado. El cenit del trasteo fue la excelente serie de tres naturales y su remate con que se abrió, todos de una intensidad y un trazo tan largos que Moral ya no logró volver a repetir más en algunas fases de un empeño meritorio pero que tuvo ciertas inconcreciones técnicas, la mayoría de colocación, que le impidieron macizarlo. Contó casi siempre la casta y el poder del toro para darle al conjunto la emoción que se echó en falta durante el resto de la corrida, hasta el punto de que gran parte del público pidió para el de Adolfo Martín la vuelta al ruedo en el arrastre una vez que se le concedió una justa oreja a su matador, que antes no había podido hacer nada con un tercero rajado y negado a la embestida.

El otro momento noticiable fue el grave percance sufrido por El Cid cuando daba los primeros pases de tanteo al segundo de la tarde, un toro que no se empleó en los primeros tercios y que, en una mínima duda, prendió al sevillano, le volteó, le zarandeó y le volvió a levantar desde el suelo, ya herido, colgado de su pitón derecho. El diestro fue intervenido de una «herida por asta de toro en el tercio medio cara interna del muslo derecho, con una trayectoria ascendente de 20 cms. que produce importantes destrozos en musculatura aductora y vasto interno, de pronóstico grave».

Fue así como la corrida quedó en un forzoso mano a mano entre Moral y el madrileño Ángel Sánchez, que tomaba la alternativa en una corrida por cierto nada fácil para un debutante en el escalafón mayor.

Sánchez pudo dejar así algunas muestras de sus buenas maneras y de su clásico estilo solo con el toro del doctorado -Mentiroso de nombre-, al que le faltó casta y celo, pero los otros dos adolfos que tuvo que matar pusieron a prueba, con sus dificultades, su lógicamente escaso bagaje profesional. Con todo, no se arredró el nuevo matador, sino que, al borde del percance en varias ocasiones con el orientado tercero y con el reservón sexto, hizo con ambos un largo y notable esfuerzo sin dejar por ello de intentarlo todo con mucha sinceridad.