Ganado: seis toros de Núñez del Cuvillo (el 6º como sobrero), de correcta presentación aunque muy desiguales de hechuras y cabezas. Salvo los desrazados segundo y tercero, y con un cuarto de menos clase y empuje, dieron un excelente juego en el último tercio, en especial el quinto.

Antonio Ferrera: media estocada delantera (oreja); estocada trasera tendida (oreja tras aviso).

José María Manzanares: bajonazo (silencio); estocada delantera (dos orejas). Salió a hombros de la plaza.

Cayetano: estocada trasera tendida y descabello (silencio tras aviso); estocada (oreja).

Un total de cinco orejas -entre ellas las dos que propiciaron la inmerecida salida a hombros de José María Manzanares- se repartió la terna que abrió ayer la Semana Grande de San Sebastián con unos toros de Núñez del Cuvillo cuya calidad -especialmente la del quinto- destacó sobre la de las faenas. El más destacado de todos fue el quinto, ese Halcón que tuvo muchas de las virtudes de la bravura, como la prontitud, el galope, la entrega y la transmisión de unas embestidas que desaprovechó Manzanares con un muleteo destemplado y centrífugo, con el que nunca redujo la velocidad y el brío del de Cuvillo. Lo puso casi todo el animal para que, aun así, la faena fuera lo suficientemente vistosa de cara al amable público donostiarra, que desató la pañolada después de que Manzanares tumbara al animal de una espectacular estocada.

Dos orejas paseó también Antonio Ferrera, aunque al ser una de cada toro no pudo acompañar al alicantino en la salida a hombros. Y eso que el toreo de más intensidad y hondura de la tarde llevó la firma del extremeño ante el también destacado primer toro de Cuvillo, solo que no pasaron de ser los tres o cuatro muletazos de una ligada tanda de naturales. Ferrera se empleó más en la puesta en escena y en los adornos que en la parte mollar del asunto, como era el hondo y asentado toreo de muleta que especialmente mereció el que abrió plaza.

El quinto y último trofeo de la tarde lo paseó Cayetano del sexto de la tarde, toro de enclasada nobleza al que el diestro de dinastía pasó con escasas apreturas.