Ganado: seis toros de Parralejo. Bien presentados en general, el primero noble y justo de fuerzas; fijo y de calidad el segundo; manejable el tercero; el cuarto fijo y bravo; encastado y con clase el quinto, que fue aplaudido en el arrastre; y, para terminar la feria, un sexto áspero y deslucido.

El Cid: palmas y vuelta al ruedo.

Juan Leal: vuelta al ruedo y oreja con fuerte petición de la segunda.

Luis David: una oreja y silencio.

La quinta y última de la Feria de San Mateo de Logroño ha coincidido con la despedida de la plaza riojana de El Cid, y el sevillano fue el único en no lograr trofeos, a pesar de su voluntad y su entrega. Al comenzar el festejo, la empresa Chopera, que gestiona la plaza de Logroño, hizo entrega a El Cid de una pequeña escultura en recuerdo de su trayectoria, pues se despedía del coso de la capital riojana.

El Cid abrió plaza con un saludó por verónicas hasta que, en la media de remate, Levítico sufrió un volantín. Protestado ya en varas, por la escasez de fuerzas, y con palmas de tango en los tendidos, inició Manuel Jesús el trasteo. Todo fue sin obligar, dando tiempos entre serie y destacando pinceladas sueltas.

La faena no tuvo emoción, debido a la falta de fuerza del burel. Supo El Cid acompañar siempre, poniendo mucho de su parte, y por ello concluyó una faena correcta, en la que dejó un pinchazo antes de una contraria, y tras un descabello fue ovacionado.

Nada destacable en los primeros tercios del segundo de la tarde. Juan Leal dejó detalles, como alguna arrucina, celebrados por la grada y, de nuevo, de hinojos, acabó con el público entregado. Pero un pinchazo y media estocada, prologada por un golpe de verduguillo, llevaron a que el único premio del diestro francés fuera una vuelta al ruedo.

El tercero pasó inadvertido en el capote. Luis David tuvo el detalle de brindárselo a El Cid y la faena a Trasmallo se sucedió sin obligar y sin estrecheces, todo sin exceso de emoción, hasta que aguantó la cuerda del toro.

La faena fue técnica pero huérfana de alma. Aunque todo varió al interpretar unas ceñidas manoletinas y una espectacular estocada al encuentro, y la rapidez en doblar el toro llevó a que el público pidiera la primera oreja de la tarde.

El Cid se despidió de la plaza de Logroño con un cuarto toro que cumplió bien en varas y el de Salteras mostró disposición por agradar, pero todo se torció al pinchar por dos veces antes de estoquear. Si el cuarto fue bueno, de mejor condición lo fue el quinto, con el que Leal, otra vez desde los medios, con un pendular pase inició la faena; le siguieron series en redondo, sin estrecheces; por el izquierdo el toro reponía, pero sacó alguna serie donde destacaron los pases de pecho. Mató con su estilo peculiar y esta vez sí acertó, a la primera, lo que le valió la oreja y fuerte petición de la segunda.

Con el sexto, Operario, Luis David se encontró con un toro áspero, deslucido y sin posibilidades. Lo intentó por el derecho, no pudo ligar como era claro, y se diluyó en un continuo cabecear, medir y puntear las telas hasta que intentó bajar la mano y se derrumbó.

Eso llevó a la total desconexión del público y tras dejar una estocada desprendida, tras el arrastre del que cerraba feria, volvió a sonar de forma estrepitosa una bronca dirigida al palco.