Ganado: seis toros de Miura -el sexto como sobrero de un titular devuelto por inválido- en el tipo de la casa: sueltos de carnes, pero voluminosos, altos y largos, con mayor desigualdad en las cabezas. En conjunto, y con matices, compusieron una corrida descastada y de escaso juego, sin entrega ni celo, algunos con cierto peligro y otros, como el tercero, con nobleza y opciones.

Sebastián Castella: media estocada desprendida atravesada (silencio); media estocada desprendida trasera (silencio).

Octavio Chacón: pinchazo, estocada y cuatro descabellos (ovación tras dos avisos); estocada trasera (ovación).

Pepe Moral: estocada atravesada que asoma, media desprendida, tres descabellos y dos pinchazos (silencio tras aviso); estocada tendida trasera (silencio).

Cuadrillas: José Chacón saludó tras dos arriesgados pares de banderillas al cuarto.

El diestro gaditano Octavio Chacón, a base de decisión y buen oficio, logró llevarse las únicas ovaciones de la tarde ante la descastada y voluminosa corrida de Miura con que se cerró este domingo en Sevilla el abono de la feria de Abril. El de Chacón fue, incluso, el lote más problemático, el de peores intenciones, con un comportamiento a la defensiva que si no pasó a mayores en cuanto a peligro se debió tanto a su falta de empuje como a los aciertos que puso en su lidia su matador. Al segundo, un hondo y largo cinqueño, lo recibió con una larga cambiada de rodillas para torearle después con temple y asentamiento a la verónica.

De hecho, fue con el capote con lo que más se hizo notar el torero gaditano, en los saludos a sus dos toros, en los quites -siempre con redondeadas medias verónicas- y también a la hora de lidiar y de llevarlos al caballo, con una sobrada destreza en todo momento. Ya con la muleta, ese primero de su lote comenzó a pararse y a medir a las primeras de cambio, obligando a Chacón a tirar de una inteligente estrategia lidiadora, mezcla de decisión y técnica precisa. Sin grandes cotas de lucimiento, pero con notable suficiencia.

El quinto fue aún más áspero en su defensiva actitud, sin empuje en sus endebles cuartos traseros pero con violencia en sus derrotes y arrones, sin que la paciencia y la suavidad de trato de Chacón en un trabajo de esgrimista le terminaran de disuadir.

El único error del gaditano, en su ansia de triunfo, fue alargar de más sus dos trasteos, lo que le dificultó mucho las cosas especialmente a la hora de matar a su primero.

Uno de los focos de atención de este cierre de la feria era la presencia en el cartel de Sebastián Castella, que se anunciaba por primera vez con toros de esta legendaria divisa. Pero la anunciada gesta de la figura gala se quedó en un simple trámite frente a dos toros sin apenas opciones, uno negao y frenado a la embestida y otro tan boyancón en sus hechuras como en su comportamiento.

Sin grandes apuros, Castella los pasaportó con facilidad y una brevedad poco habitual en su puesta en escena, lo que en este caso se le agradeció.

Por contra, los dos toros menos problemáticos fueron a parar a las manos del sevillano Pepe Moral. El último, un becerrón que salió como sobrero, no tuvo raza pero tampoco poder ni problemas. Y el tercero incluso humilló y, sin excesivo recorrido, le regaló unas francas y claras embestidas ante las que le costó asentarse y relajarse.

Duró ese tercer toro lo suficiente para que Pepe Moral llegara a centrarse a tiempo de aprovecharlo, lo que no llegó a suceder por esa misma falta de fe y decisión que el sevillano luego dejó ver con el descastado miura, que cerró una feria en la que la mayor regularidad en brillantez fue la del alto nivel de bravura del ganado.