Ganado: seis novillos de Conde de Mayalde, bien presentados, la mayoría de finas hechuras y, salvo el desrazado tercero y el manso sexto, con nobleza y claras opciones en general, en especial el lote de Rafael González, que tuvo gran calidad en las embestidas.

Rafael González: pinchazo y media estocada baja trasera (ovación); estocada (oreja).

Marcos: estocada delantera atravesada (silencio); pinchazo y estocada (silencio tras dos avisos).

Fernando Plaza: pinchazo hondo caído y descabello (silencio tras aviso); estocada desprendida (ovación tras aviso).

Cuadrillas: destacó, en la brega y en banderillas Miguel Martín. Con el capote también actuó con efectividad Fernando José Plaza. Y con los palos, junto a Martín, también saludó Fernando Sánchez en el quinto.

Plaza: Las Ventas (Madrid). Séptimo festejo de abono de la feria de San Isidro, con algo menos de dos tercios de entrada (16.810 espectadores, según la empresa), en tarde nublada.

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El diestro Rafael González, que sorteó un lote de novillos propicios para un gran triunfo, cortó la única oreja del festejo de ayer de la feria de San Isidro, en el que el toreo de mayor calado y hondura, aun sin trofeos, lo hizo el también madrileño Fernando Plaza.

Tanto es así que el triunfo de González sólo puede calificarse de pírrico, en tanto que los dos excelentes utreros de Conde de Mayalde que le correspondieron en suerte le dieron claras y nítidas opciones para desorejarlos por partida doble, pero sin que llegara nunca a alcanzar ese nivel de lucimiento. Con una clase notable en sus descolgadas, largas y repetidas embestidas, ambos animales tomaron su muleta con tanta claridad que a poco que se hubiera asentado y se los hubiera pasado más cerca, sus dos faenas hubieran tenido bastante mayor dimensión que la de esa simple corrección que nunca sobrepasaron. Animoso y variado con el capote ante ambos, los dos trabajos de González decayeron en transmisión una vez que llegó el tercio de muerte y sobre todo cuando sus novillos perdieron la inercia de las primeras arrancadas. Y si obtuvo la oreja de su segundo, que tuvo idéntica clase aunque menos motor, fue por la rápida efectividad de la estocada con que lo tumbó, lo que siempre impresiona al tendido.

En cambio, a Fernando Plaza la mala suerte le deparó un lote de muy escasas posibilidades de éxito, el tercero por desrazado y aplomado y el sexto porque se quiso rajar desde que salió al ruedo y siempre embistió sin celo o protestando. Ya con el primero estuvo firme Plaza, sacando pases con paciencia y pulso de donde casi no los había, aunque la sosería del animal no ayudó a que el público entrara en la faena. Así que ya con el último echó el resto en un trasteo de larguísimo metraje en busca de un triunfo que tuvo al alcance de los dedos únicamente por su fe y total entrega, que no por sus enemigos. Con un aguante sin alardes, el que deriva de un valor natural, Fernando Plaza, que abrió la faena con las dos rodillas en tierra, acabó por instrumentar un puñado de soberbios naturales, de hondo trazo y ajuste, aunque no siempre pudo ligarlos por la renuencia del novillo a ser sometido y a repetir las embestidas tantas veces como solicitaba su matador. No hubo oreja finalmente porque el de Conde de Mayalde tardó en echarse tras la estocada, pero, con todo, como ya hiciera hace veinte días en su debut en esta plaza, Fernando Plaza volvió a dejar su sello de firme y sólida promesa del toreo, del más hondo y sincero, a pesar de su escaso rodaje.

Mucho más toreado está el también madrileño Marcos, al que correspondió un lote también con bastantes opciones, aunque de menos brío que el de Rafael González. Y con ambos el de Fuenlabrada no pasó de hacer dos anodinos trabajos, acumulando pases y más pases sin temple ni brillo, apoyado solo en una forzada quietud aunque sin la mínima fluidez.