GANADO: Seis toros de El Torero, bien presentados y de buen juego en general. Destacaron el bravo tercero y, sobre todo, el extraordinario sexto.

DAVID MORA: estocada trasera (palmas tras aviso); y estocada desprendida (aviso y vuelta al ruedo).

DANIEL LUQUE: pinchazo y estocada baja (silencio); y tres pinchazos y descabello (silencio).

ÁLVARO LORENZO: estocada baja (oreja); y estocada (dos orejas).

La grandeza del toreo es algo incuestionable, le pese a quien le pese. Y muchas veces emana cuando nadie se lo espera. Como ayer en Madri, informa Efe. Fue el cenit de una gran corrida de El Torero. Mas por orden de prioridades, la tarde hay que arrancarla por el final. Por el tándem que formaron Viscoso y Lorenzo, aunque también hay que elogiar primeramente la seda capotera de Sergio Aguilar. Él fue quien encendió la mecha de la faena al enseñarle a su matador el ritmo y la excelsa calidad del astado. Y Lorenzo, sin titubear, hundió el mentón en el pecho e inició faena por estatuarios. Qué manera de torear. Qué hondura, qué cadencia y qué expresión. Todo muy templado y, como no podía ser de otra manera, a más. La plaza era un manicomio de olés, y de parabienes para Viscoso, que no cesó de embestir.

Quizás le sobró volver otra vez sobre la diestra, pues por ahí no había la misma comunión. Pero rápido retornó al toreo por naturales para respiro de una parroquia totalmente entregada.

Pero Viscoso no iba a entregar la cuchara tan fácilmente. Se tragó la muerte hasta el último estertor. De bravo. Un pasaje que estimuló aún más a los tendidos, que se tiñeron de blanco en demanda de las dos orejas. El usía no dudó, como tampoco lo hizo para sacar su pañuelo azul que premiaba al animal con los honores póstumos de la vuelta al ruedo.

Ese fue el perfecto corolario a una tarde que ya el propio Lorenzo había descorchado en el tercero, otro toro bueno, al que cuajó también momentos interesantes sobre la zocata. Cierto es que a esta faena le faltó mayor redondez para la oreja que acabó paseando. Pero todo suma.

David Mora anduvo más dispuesto con el rajado y huidizo cuarto, al que robó algún muletazo extraordinario, mas fueron cositas sueltas a un manso. Peor aún lo de Daniel Luque. Apático con el noblote y mansurrón segundo; tampoco pasó de las simples apariencias con el brutote quinto. Faltó la intensidad que se supone que hay que poner en la primera plaza del mundo.