Alejandro Talavante, que cortó dos orejas y salió de la plaza a hombros, fue el gran triunfador de la corrida celebrada ayer en Valladolid, festejo en el que también Sebastián Castella y Andrés Roca Rey cortaron un apéndice cada uno.

El primero de la tarde cogió a Castella cuando toreaba a la verónica. Repuesto del susto, el diestro realizó una faena muy aseada pero carente de emoción ante un toro muy protestado por el público por la acusada invalidez que presetaba.

Brindó Castella al público su segundo enemigo ante el que realizó una gran faena presidida por el temple, la despaciosidad y el buen gusto.

El público solicitó la devolución del segundo toro tras derrumbarse en el caballo. Al negarse el palco presidencial, los tendidos no dieron importancia a nada de lo que hizo Talavante con este toro. El brindis al público de su segundo hizo concebir muchas esperanzas, pero el toro se acabó pronto aunque, pese a ello, Talavante enardeció a los tendidos con sus arrimones espeluznantes.

Roca Rey, en su primer toro, imprimió a su labor una gran emoción de la que carecía el toro en una faena de valor sin aspavientos, de desprecio al peligro, y de artística belleza. No pudo reeditar en el último toro su actuación del primero, ya que el animal llegó absolutamente apagado al ultimo tercio y el toreo fue imposible.